Lo que han cambiado las cosas. Hace 20 años, desde que acababa la temporada hasta el inicio de la siguiente, lo más cercano que uno podía hacer a seguir el fútbol (salvo si había Mundial o Eurocopa) era comprar los cromos de Ediciones Este o comprar las distintas guías de la Liga. Entre junio y agosto se producía un silencio informativo sólo roto por los clásicos torneos de verano y lo que contaban el Marca y el As de los fichajes.
Entonces sólo había unos pocos canales de televisión y ellos se repartían los clásicos torneos de verano del fútbol español. Y tenían muchísimo caché. Incluso algo de prestigio todavía en los años 90. Hablamos del Teresa Herrera, el Ramón de Carranza, el Trofeo Naranja o el Colombino, entre muchísimos otros. Eran las pruebas de fuego reales para muchísimos equipos antes de empezar la batalla.
Porque en esos torneos de verano, en los que se entregaba siempre un trofeo gigante que tenían que coger entre varios jugadores, era donde siempre uno veía por primera vez a los fichajes de sus nuevos equipos, que solían ser pocos pero muy bien recibidos. Además, eran retransmitidos con todo lujo de detalles, normalmente por las autonómicas, y eran prácticamente las primeras imágenes que un aficionado veía de sus jugadores en todo el verano.
Todos estos torneos veraniegos siguen disputándose en la actualidad aunque han bajado algo su caché. De vez en cuando participa un equipo grande pero algunos incluso ya se han convertido en un único partido. Eso sí, los trofeos siguen siendo gigantescos.
Y es que los clubes ahora prefieren otro tipo de cosas. Bueno, básicamente, lo que prefieren es ganar mucho más dinero. Cuando empezaron a hacerse esas monstruosas giras con horarios infernales, vuelos eternos y partidos en estadios de fútbol americano, el fútbol más romántico murió un poquito. Y esto pasa porque aquellos torneos de verano, ahora marchitos, eran en su día importantísimos y cruciales en las preparaciones de los equipos grandes, ocupando portadas y teniendo un prestigio cercano al de algunos títulos oficiales.
Ahora vemos al Real Madrid pasar dos semanas entre Australia y China y jugar contra Inter, Roma o Manchester City. Al Barça en Estados Unidos jugando encuentros frente al Manchester United o el Chelsea. Todos equipos de primer nivel. Ya no tienen los equipos grandes aquellos resultados de 17 a 0 contra el equipo del pueblo. Y de eso no hace tanto aunque ya nadie se lo crea.
Hoy en día, el fútbol es global. Como casi todo. Y hay fútbol siempre, sin parar, sin desconectar, hasta el punto de comenzar las competiciones oficiales saturados de partidos, de conexiones, de retransmisiones…
Y también en estas giras se entregan trofeos y premios a eso que llaman MVP, algo que antes no había pero que hacían los norteamericanos desde hace mucho tiempo y ha gustado en todo el mundo. Lo que pasa es que al no tener esa magia que tenían los grandes clásicos veraniegos, en ocasiones, los futbolistas recogen los galardones con desgana. Incluso en ocasiones pasan a un segundo plano ya que los jugadores no saben que hay un ciudadano australiano, chino o norteamericano esperando al capitán del ganador tras una tanda de penaltis para entregarle un trofeo.
No es como en aquellos clásicos de verano tipo Trofeo Teresa Herrera cuando todos los jugadores se quedaban en el césped al concluir la final con el objetivo de levantar entre todos un galardón que era enorme y a saber cuánto pesaba. Y esa era la foto del fútbol de verano de hace no demasiados años.
Lo más normal en este año 2015 son imágenes de aeropuertos o de entrenamientos a puerta abierta con aficionados que tampoco saben muy bien qué es un fuera de juego ni les importa mucho lo que esté pasando en el campo. Y actos promocionales para firmar autógrafos y vender el último modelo de teléfono con tu patrocinador.
Sigue siendo fútbol pero… ¿no ha perdido algo de esencia?
Fotografía: Lanpernas Dospuntozero ©