Tal como estaba planteado el torneo, la idea era muy clara: final España-Estados Unidos. Pero la FIBA se ha quedado sin el producto estrella. Y la culpa no está más que en la selección española, que no ha cumplido su parte del trato. Mérito de Francia, muchísimo. Han defendido de manera espléndida, han sabido buscar sus opciones y han anotado varios tiros de los importantes, pero el equipo de Juan Antonio Orenga tampoco ha sabido buscarle las cosquillas (52-65).
El público pedía la dimisión del entrenador español. Quizá no sea este el momento de encender la antorchas e intentar quemarle en una hoguera como si fuera una bruja. Esto no es fútbol, los tiempos son distintos, hasta el verano que viene no hay competición y tiempo hay de sobra para valorar qué es lo que ha pasado en el partido de cuartos, qué cosas fallaban en el equipo y por qué.
Es muy importante que quede claro que esto no es fútbol. Surgirán voces que compararán el desastre de las dos selecciones este verano. Pero es que no se puede comparar. La de fútbol no enseñó en Brasil casi nada de lo que se había visto en años anteriores, cuando se alcanzó el éxito. La de baloncesto estaba haciendo un campeonato magnífico, superando con bastante autoridad un grupo muy complicado y aprovechando un cruce generoso en octavos ante Senegal (89-56) para llegar con mucho aire a los cuartos de final.
Y he aquí que unos jugadores que son amigos, que juegan de memoria, que llevan década y media triunfando (unas veces unos, otras veces otros, otras veces casi todos) y que estaban ante la gran ocasión, ganar un Mundial en casa, han fracasado ante Francia. Han fracasado en un partido que no debían perder. Son mucho mejores que esta selección francesa, jugaban en el Palacio de Deportes de Madrid (donde perdieron la final del Eurobasket 2007 ante Rusia) y ya les habían ganado la semana pasada. Sí, seguramente ese detalle jugaba en nuestra contra. Ellos iban a tener un plan mejor, pero aún así teníamos un plantel de un nivel excelente y que debía encontrar las debilidades de sus oponentes.
Desde el banquillo no ha llegado nada que ayudara a encauzar la situación. Se ha prescindido de tres jugadores en el partido y durante casi todo el campeonato, Felipe Reyes, Víctor Claver y Álex Abrines. A los dos primeros se les ha echado de menos ante Francia. Su capacidad reboteadora podría haber venido muy bien al equipo, que ha cedido en esa parcela por 50-28. El dato es sonrojante para todos los que forman parte del equipo español. El 2/22 en triples es un dato feísimo, pero algunas veces sucede, sobre todo si la presión va aumentando.
Muchos cargarían más las tintas sobre el equipo, pero creo que con lo expuesto hasta aquí es suficiente. Esta derrota duele un montón, porque todo estaba a favor para que este grupo hiciera historia una vez más, quizá una última vez. Pero lo que hay que hacer es dar la enhorabuena al rival, que ha sido mejor durante la mayor parte del partido y esperar a que las aguas se calmen un poco antes de tomar decisiones. Y a lo mejor hay que mirar más arriba de Juan Antonio Orenga.
Francia, sin Tony Parker, es semifinalista del Mundial. No hay duda de que es sorpresa en el campeonato, por muy campeones de Europa que sean. Llegados hasta aquí, pueden soñar todo lo alto que quieran. Teóricamente tienen vedado el oro, pero un equipo que defiende hasta el punto de dejar a España en 52 puntos (y que le ganó a la irregular Croacia 69-64 en octavos) no puede ser tomado a la ligera. Les faltan algunas estrellas, pero han encontrado el punto de compromiso, empuje y defensa necesarios para no tenerle miedo a nadie. Y eso merece muchos elogios.
En semis les espera Serbia, otra sorpresa del torneo. En octavos su partido era de enjundia, puesto que Grecia había pasado la primera fase invicta. Sin embargo, los helenos vieron cómo su rival se iba encontrando cada vez más cómodo en el partido. Sobre todo porque su defensa apretaba y contagió a su acierto en ataque (90-72). Y si este partido era complicado, el de cuartos era todo un reto. Brasil, con su lujoso juego interior, era favorito. No contaban con que los hombres altos de Sasha Djordjevic se iban a rebelar. En la primera fase se enfrentaron y les fue mal, remontaron y acabaron perdiendo. Esta vez llevaron el control, y a los brasileños se les fue la cabeza en un momento dado del tercer cuarto. Se les acumularon una falta personal y dos técnicas, así que les metieron siete puntos seguidos que daban un marcador de 50-34. Los de Rubén Magnano bajaron los brazos y acabaron abochornados (84-56). Tras la eliminación española, los componentes de la seleçao deben estar tirándose de los pelos. Han dejado pasar una ocasión inmejorable para lograr una medalla mundialista, algo que no consiguen desde 1978.
Este lado del cuadro, el más complicado, ha dado un emparejamiento totalmente inesperado, toda vez que Francia y Serbia fueron tercera y cuarta del grupo de España. Hacer un pronóstico resulta verdaderamente difícil. El instinto ganador va a ser clave. El que mantenga intacta su fe en la victoria, y sobre todo su hambre por estar en la final, será quien lo tenga mejor. Los dos han demostrado grandes dosis de ganas, pero quizá los serbios tengan un puntito más de eso. Deberán demostrarlo durante 40 minutos.
Estados Unidos-Lituania, primera semifinal
Los estadounidenses han tenido un camino fácil desde el sorteo. En su grupo sólo había un equipo con capacidad de toserles, Turquía (y un poco les tosió), pero los demás eran equipos de medio pelo. Dado que el Grupo D tampoco era nada del otro mundo, pues los primeros cruces no eran algo muy preocupante.
Primero se midieron a México y pasó lo que se adivinaba. Ganaron sin despeinarse y sin tampoco humillar a sus vecinos (86-63), que bastante han hecho con superar la primera fase. En cuartos llegó un rival de mayor entidad: Eslovenia. El problema del equipo balcánico es que su juego interior es muy limitado, y eso ante Estados Unidos pasa factura. La primera parte acabó con pequeña ventaja yanqui, pese a que las estadísticas de rebotes ofensivos y pérdidas de balón, unidas al escaso acierto esloveno en el triple y en el tiro libre, deberían haber dado como resultado que Estados Unidos tuviera sentenciado el choque. Pero es que los de Mike Krzyzewski jugaron bastante mal en los primeros 20 minutos. A la vuelta del vestuario, como es habitual, estaban enchufados y acabaron con un rival que no pudo oponer resistencia y que salió del partido con una estruendosa derrota (76-119).
Su rival en semifinales no es ninguna tontería. Es verdad que Lituania no parece estar en un momento claramente dulce, pero como saquen su mejor versión ante el equipo estadounidense pueden darles un susto. La clave es llegar con vida al último cuarto, para poner en cuestión la solidez mental del gran favorito al oro. Por dentro no son tan endebles como los eslovenos.
Lituania cumplió, aunque con severos problemas, ante Nueva Zelanda (71-76). El otro equipo oceánico también le dio un buen sofoco a Turquía. Los australianos compitieron hasta el final, pero un triple de Emir Preldzic decidió el partido a favor de los de Ergin Ataman a cinco segundos del final (65-64). En cuartos no les fue posible contener durante todo el partido al equipo báltico, que despertó gracias a los triples de Darjus Lavrinovic. En la segunda parte el equipo de Jonas Kazlauskas se reencontró y entonces dominó y volvió a cumplir el pronóstico (73-61).
Siendo la semifinal Estados Unidos-Lituania, hay que decir que en esta mitad del Mundial el pronóstico se ha cumplido, no como en el otro lado.
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