Yo no pude ver jugar a Johan Cruyff. Nunca. Aunque he crecido viendo sus vídeos y sus goles, como aquel escorzo imposible que años después repetiría un futbolista sueco y repetirían hasta la sociedad comparándolo con el mítico gol de Cruyff. Pero no, yo no vi jugar a Cruyff y, según creo, ver vídeos no es lo mismo que vivir en su época.
Mis ojos han visto jugar poco a Maradona y disfrutaron con Laudrup, Zidane, Ronaldinho y Messi. Pero nunca pudieron ver a Cruyff con el 14 a la espalda comandando a la Naranja Mecánica haciendo un fútbol que nunca se había visto. Esto lo sé porque lo he leído.
Son innumerables las crónicas que hablan de ese holandés flaco como una revolución única para el deporte de la pelota. Llevó a una desconocida Holanda hasta la final de un Mundial que tuvieron que haber ganado. No lo hicieron pero rompieron eso de que nadie se acuerda de los segundos: todo el mundo suspira aún al pensar en aquella Holanda de Johan Cruyff.
Pero todo esto no lo he vivido. Eso me lo han contado, lo he leído o lo he visto en los muchísimos recordatorios que siempre se han hecho del Cruyff futbolista. O los que estamos viendo estos días desde que se supo su fallecimiento tras mucho tiempo luchando contra un cáncer.
Desde pequeño he crecido escuchando eso de que los cuatro grandes eran Di Stefano, Pelé, Cruyff y Maradona. Sí, Johan es uno de los cuatro grandes. Esa clasificación eterna en la que no han entrado grandes astros del fútbol. Y uno piensa, si el Cruyff futbolista está en ese Olimpo cerrado de la pelota, sí que tuvo que ser muy grande.
Aunque yo no vi jugar a Cruyff a la pelota pero por lo visto inventó sobre el césped una cosa llamada fútbol total.
Yo nací en los 80 y lo que sí viví fue el Cruyff entrenador. Lo sufrí.
Hablo como madridista: sufrimos a Cruyff y lo seguimos sufriendo a día de hoy. Ese espíritu y esa manera de jugar a la pelota sigue siendo la mayor pesadilla de cualquier aficionado del Real Madrid.
Recuerdo al Cruyff entrenador con esa larga gabardina gris y pegado siempre a un chupa chups, con Rexach a su derecha. Sin grandes aspavientos, con ese tono único para hablar el español y con una socarronería especial. Era el típico personaje de esto del fútbol que caía simpático prácticamente a todo el mundo, incluso a los madridistas.
Para un aficionado merengue, Cruyff es pensar en Tenerife. Para uno del Depor será pensar en Djukic y el punto de penalti. Pero para los aficionados al deporte rey, pensar en él será siempre pensar en fútbol con mayúsculas.
Quizás su esencia como entrenador y su manera de entender el fútbol puede resumirse en una frase dicha a sus futbolistas antes del que probablemente fuera el partido más importante que jamás dirigió, ese partido que cambió la historia del Barcelona.
Sí, fue en Wembley, en 1992 y resumió todo diciendo: «Cuando salgáis al campo mirad a la grada, que todo eso lo han hecho para vosotros. Así que salid al campo y disfrutad». Y vaya sí lo hicieron. Fue el creador de un equipo único que bailaba a los rivales jugando al fútbol en otros tiempos, con menos dinero, con menos figuras… era todo diferente y aquel Barcelona fue el único. Y se construyó sobre una única premisa: «Si tú tienes el balón, el rival no lo tiene». Sencillo, simple y espectacular.
Por eso hoy, que Cruyff ya no está entre nosotros, lo único que los aficionados al fútbol podemos hacer es darle las gracias. Incluso aquellos que no lo vimos jugar. Incluso aquellos que no lo vimos jugar y somos madridistas. Gracias Johan.
Fotografía: Nationaal Archief ©