Vivir en la zona de Los Angeles, junto a Hollywood, parece que todo es como de película, sobre todo si eres una persona adinerada. Hay situaciones que parecen hechas por un guionista. El final sólo puede ser feliz.
Eso es lo que ha pasado con Kobe Bryant. Retirarte del baloncesto profesional con una victoria ante el público que lleva 20 años idolatrándote y anotando 60 puntos (máxima anotación individual de la temporada en la NBA) es lo máximo a lo que podía aspirar este escolta, uno de los mejores jugadores de la historia, pero que físicamente ya no está para estos trotes.
Se marcha Kobe tras dejar una impronta indeleble en una de las franquicias deportivas más importantes del planeta. Por todos los años que ha estado, los puntos anotados, los anillos y premios individuales que ha ganado, y también por su enorme impacto mediático.
No ha sido un jugador que haya tenido lo que se conoce como buena prensa. Ha sido un personaje antipático para muchos aficionados. Sus ganas de ser competitivo también le han vuelto alguien más hosco y egoísta de cara al exterior, y eso no se suele perdonar.
En los últimos tiempos sí hemos visto una cara más amable del número 24. Sus problemas físicos nos han dejado una versión empobrecida del gran jugador que fue, y hasta inspiró ternura. Ya no podía ser decisivo, o serlo sólo en días sueltos y cada vez menos a menudo. Así hasta el anuncio de que esta sería su última temporada. Su cuerpo no da para más.
Las lesiones han sido culpables de que Kobe no pudiera luchar por un sexto anillo con el que cerrar su carrera. El seis era el número que él tenía muy en mente. Los mismos que Michael Jordan. Su inspiración total a la hora de hacerse jugador de baloncesto, el espejo en el que mirarse y la gota de agua más parecida al crack de los Chicago Bulls.
Otra cuestión que ha dificultado extender sus éxitos a Kobe en Los Angeles Lakers es que los dirigentes del equipo han perdido el norte. Ya no consiguen hacer la franquicia atractiva para los mejores jugadores del mundo, y encima dilapidaron parte de su límite salarial en una renovación al propio escolta que no tenía sentido.
Después de partirse el tendón de Aquiles, antes de volver a las canchas, le firmaron dos años más por 48 millones de dólares. Su salario bajaba poco respecto al anterior contrato, y se firmaba el acuerdo sin saber cómo regresaría el jugador franquicia. La mala suerte hizo que se lesionara el hombro al poco de su vuelta, y eso terminó de hundir su carrera.
Muchos de los mejores recuerdos baloncestísticos de Kobe van a estar ligados a su ‘hermano’ Pau Gasol. Fueron felices en los Lakers, un tiempo al menos. La llegada del español a Los Angeles coincidió con lo mejor de la carrera de la gran superestrella. No a nivel individual, sino a nivel colectivo. Otra manera de jugar al baloncesto era posible, y además daba muchas más posibilidades de ganar títulos.
Esa bonita etapa se acabó diluyendo por las malas decisiones de la franquicia. La marcha de Phil Jackson dejó un vacío que hoy todavía no ha podido ser llenado. Van pasando entrenadores, las estrellas ya no pasan por aquí, sólo como visitantes. Este verano es el de la reconstrucción post-Kobe, el momento de empezar de cero, pero con visión de armar algo importante en el corto plazo, apoyándose también en los jóvenes talentos que han conseguido obtener últimamente en el draft, Julius Randle y D’Angelo Russell (más Jordan Clarkson y el que consigan este año).
La despedida de Kobe fue muy emotiva y estuvo bastante bien. Antes del partido, ceremonia conducida por Magic Johnson (este es el auténtico crack de la historia de los Lakers), un pabellón enloquecido, que no quería que la noche terminara nunca, y un partidazo para enmarcar, que acabó en remontada y triunfo local. Al final, aparecieron sobre la pista un montón de excompañeros de la carrera del jugador, a destacar, sobre todo, Shaquille O’Neal, Derek Fisher y Lamar Odom, que reaparecía en público tras sus graves problemas de salud).
Kobe dio un discurso, después una entrevista para la televisión y al final se acabó marchando al vestuario del Staples Center repartiendo abrazos con toda la gente que se iba cruzando por el camino. Ya no volverá a hacer esto mismo, no al menos en un partido de competición.
Se despide uno de esos jugadores que ha tenido a millones de personas pegadas al televisor durante cientos de madrugadas, que ha contribuido mucho a que la NBA siga siendo una competición de referencia. Uno de los pilares principales del show en lo que llevamos de siglo. Un jugador de leyenda, de los inolvidables y que deberemos reseñar a las futuras generaciones.
Fotografía principal: Basket Streaming ©