Parece el título de una película antigua de esas en blanco y negro con muchas escenas de playa. Pero no, hablamos de fútbol. Se repite la historia y Atlético de Madrid y Real Madrid volverán a verse las caras en la final de la Champions League. De aquella de Lisboa en 2014 pasamos a Milán en este 2016.
Nadie habría predicho esta final allá por el mes de enero. En primer lugar por la situación y el devenir del Real Madrid en una campaña marcada por el cese de Benítez, el mal juego y la falta de actitud. Y, en segundo lugar, por los cruces que ha tenido que afrontar el Atlético de Madrid en las rondas eliminatorias de la Champions: los de Simeone se han cargado al todopoderoso Barcelona y al gran Bayern Munich.
Pero el caso es que al término de las semifinales son Real Madrid y Atlético de Madrid los dos equipos que se disputarán la Copa de Europa en unas semanas en un lugar mítico para esto del fútbol como Milán. El próximo 28 de mayo rodará el balón en San Siro para enfrentar a dos maneras opuestas de entender el fútbol. Pero eso será otra historia…
Volvamos a las semifinales. Empecemos por Munich.
Se sabía que el cuadro alemán iba a salir en zafarrancho de combate. Y así fue. El Bayern Munich fue a por todas desde el principio, dejando que el Atlético sólo pudiera defenderse. Se ha criticado mucho a Simeone por el planteamiento del Atlético. ¿Qué esperaba la gente frente a un equipo que tiene más recursos en ataque que ningún otro en el mundo?
El caso es que el encuentro fue un sufrimiento para los futbolistas y aficionados del Atlético de Madrid. Con penalti fallado de Torres y todo incluido. Pero el gol de Griezmann hizo mucho daño y fue suficiente para amarrar buena parte de la clasificación a la gran final.
El resto lo puso de su cuenta Oblak. Inmenso el encuentro del meta eslovaco. Inmensa eliminatoria e inmensa campaña. El portero fue el mejor del Atlético y el bastión de Simeone para dejar atrás en la carrera por la Champions League a un equipo como el Bayern Munich.
Pasó el Atlético, triunfó Simeone y fracasó Guardiola. Los equipos españoles han sido su peor pesadilla y Pep se marcha de Alemania rumbo a Manchester con la carga de no haber alcanzado los objetivos y las expectativas con las que llegó a Munich hace unos años.
Y vayamos ahora al Santiago Bernabéu. Partamos de la base de que el Real Madrid sigue estando mal, falto de pegada en ataque y con las ideas poco claras. ¿Cómo es posible que hayan llegado a la final? Porque frente a los de Zidane estaba el Manchester City, un equipo lento, plano y sin ideas.
Ver a Yaya Touré andando por el campo era fiel reflejo de un equipo que sólo tuvo dos oportunidades en los 90 minutos del partido de vuelta y poco más en el total de la eliminatoria. Ni apareció Agüero ni inquietaron lo más mínimo a Keylor Navas.
Aún así, pese a la superioridad, el Madrid sólo fue capaz de marcar un gol en los 180 minutos que duró la eliminatoria. Y eso lo tendrá que mirar Zidane de cara a la final frente a un equipo cuya base del éxito es una defensa terriblemente fuerte.
Sobre el césped del Bernabéu se echó de menos a Casemiro para dar tranquilidad al centro del campo, aunque gustó que Isco se pareciera al de la época de Ancelotti. Mientras tanto, James falló en su enésima oportunidad y tiene muy difícil formar parte de la primera terna del plan B de Zidane. Tiene por delante a Isco, Jesé y Lucas Vázquez.
Se pueden escribir mucha críticas sobre el fútbol del Madrid y la temporada de los blancos, pero los blancos estarán en la finalísima de Milán y optarán a levantar, nada menos, que la undécima Copa de Europa.
Pero lo tendrán muy difícil: delante tendrán a un Atlético de Madrid muy superior que claramente es el gran favorito para sumar el próximo 28 de mayo su primera Copa de Europa.
Fotografía: Andy Nugent ©