Chris Froome, el hombre que gana el Tour sin levantarse del sillín

Tras una primera semana muy divertida, y una segunda donde el Sky impuso el aburrimiento, con la complicidad de los demás equipos fuertes, el fin de fiesta no ha estado mal, aunque el espectáculo llegó demasiado tarde a cargo del equipo Movistar.Chris Froome ha tenido que sufrir para poder llevarse su segundo Tour de Francia, algo que no parecía muy probable antes de la traca alpina. Pero la etapa de Alpe D’Huez le hará darle mucho valor a esta victoria, porque le vio las orejas al lobo y seguro que en algún momento de la subida pensó de verdad que podía perder la carrera, después de haberla dominado con absoluta autoridad de principio a fin, apoyado en un equipo que prácticamente no mostró fisuras durante tres semanas.
Froome es el merecido ganador, no nos llevemos a engaño. Aunque su posición fuera, digamos, más cómoda, por poder jugar a defenderse tras la exhibición descomunal en La Pierre-Saint Martin y con un amplio margen, hasta ese momento del Tour fue superior y le fue metiendo tiempo a sus rivales en la carretera. El Movistar, que ha terminado con dos de sus ciclistas en el podio, no ha sabido aprovechar esa circunstancia para debilitar el liderazgo del británico, y solo en las dos últimas etapas alpinas pusieron en apuros serios al gran líder y finalmente ganador de la carrera. El recorrido estaba lleno de oportunidades, pero los días pasaban y la desventaja en la general no se reducía, porque los ataques eran pocos y sin la suficiente fe. Mentalmente, Froome también era el más fuerte. Solo a la desesperada, sin prácticamente opciones de dar un vuelco, el equipo español puso toda la carne en el asador. Eso sí, nos brindaron una penúltima etapa maravillosa, obligando a la gente a pegarse al televisor para ver si el desenlace imposible podía fraguarse sobre las rampas de uno de los puertos más importantes de la historia del ciclismo.
El líder del Sky supo esperar su momento. Primero fue el gregario de Bradley Wiggins, pero acabó siendo el número uno del equipo británico y lo ha demostrado con claridad. Ganó la Grande Boucle en 2013 aplastando a sus rivales, de nuevo con Nairo Quintana como segundo de la clasificación general, pero mucho más lejos que ahora. Esta vez la carrera se le ha hecho un poco larga, el recorrido era duro y le ha pasado factura, pero su segundo entorchado está en su casa, junto a una etapa y el maillot de la montaña. Nunca podremos saber si hubiera sabido sido capaz de ganar tres seguidos. Las caídas le obligaron a retirarse en 2014 justo antes de afrontar el pavé. Quién sabe si hubiera batido al gran Vincenzo Nibali del año pasado. Pero teniendo 30 años, veremos hasta dónde es capaz de llegar, porque le quedan fuerzas para poder seguir engordando su palmarés.
Merecido ganador, pero no es el más estético. Ver a alguien defenderse en la montaña, o atacar, sin levantarse del sillín resulta un poco raro para la vista, acostumbrada a ver escaladores que se sujetan sobre el manillar para lanzar sus ataques más efectivos y espectaculares. Podríamos dar un sinfín de nombres. Desde luego, la técnica de Froome no resulta nada ortodoxa. Cuando alguien no se levanta del sillín para responder a un ataque, sino que se queda sentado, parece estar cediendo, pero el británico no, incrementa el ritmo de pedaleo y después baja algún piñón para avanzar más deprisa. Con el paso del Tour su fuerza para responder ha ido menguando, pero resulta un poco desmoralizante para el rival. Al final, solo queda darle la enhorabuena.
Lo del Sky es una barbaridad. El rendimiento del equipo ha sido una salvajada de verdad. Han mantenido cubierto a su líder en todo momento, y ellos mismos han sido capaces de desactivar varios de los ataques que ha recibido Froome. InclusoGeraint Thomas afrontó las dos últimas etapas alpinas como cuarto de la general, con alguna opción de hacer podio, pero la energía se le apagó en las últimas montañas y retrocedió hasta el 15º lugar. Al fin y al cabo, no estamos hablando de un escalador, demasiado aguantó. El poderío de este equipo de ‘hombres de negro’ se pudo contemplar en la penúltima etapa. Los Movistar atacaron en la Croix de Fer y todos los Sky se quedaron. Froome estaba solo. Pero en el descenso se reagruparon en el pelotón principal, y en Alpe D’Huez Richie Porte y Wouter Poels parecían andar mejor que su propio líder. Poels se permitió el lujo de responder a un par de ataques de Nairo dejando unos metros atrás al pelotón y rodando a la rueda del colombiano. Insólito, totalmente. Las sospechas son lógicas, por mucho que Froome se enfade y presuma de correr absolutamente limpio. Los fantasmas del ciclismo no da la sensación de que hayan desaparecido.
Movistar se ha quedado sin el premio mayor, pero se marcha muy contento por lo logrado en este Tour. Dos hombres en el podio, Quintana y Alejandro Valverde, la clasificación por equipos y el maillot del mejor joven a cargo de su líder colombiano.Eso sí, ningún triunfo de etapa en el zurrón. Quintana mereció ganar la de Alpe D’Huez, opinarán algunos, pero el aguante de Thibaut Pinot fue encomiable y también le hizo justo vencedor.
El colombiano se lleva menos cosas que en 2013. En aquella ocasión también fue segundo y fue el mejor joven, pero además se llevó una etapa y el maillot de la montaña. Esta vez, su mayor logró fue exhibirse en la penúltima etapa y poner en entredicho la victoria final de Froome. No es poca cosa, pero da la sensación de que podía haber logrado más si hubiera sido más ambicioso, si el equipo se hubiera planteado ir de verdad a por el triunfo, aunque eso les hubiera costado un precio alto, como perder el podio de Valverde. El objetivo de Quintana ya no es otro que ganar la carrera más importante del mundo. Lo demás ya se queda corto, por mucho que el líder del Movistar tenga solo 25 años. Se trata de un escalador, su explosividad no durará siempre, así que debe acumular muchos éxitos todavía para ser el mejor ciclista americano de la historia, un título que ahora mismo ostenta Greg LeMond.
Al final, Movistar ha perdido el Tour de Francia en Holanda, en la segunda etapa, cayendo en un abanico que les costó casi un minuto y medio. Un regalo de oro para Froome. Pero Valverde ha acabado explotando de alegría. Al fin ha logrado el objetivo de toda su vida: el podio del Tour, a los 35 años y siendo gregario de Quintana. Sí, las sospechas son lógicas también, y más si tenemos en cuenta que hablamos de un ciclista que ha sido sancionado por dopaje. Pero si presumimos su inocencia, no cabe más que darle la enhorabuena por alcanzar un sueño anhelado desde hace muchísimos años. Algunos seguimos pensando que, si hubiera malgastado menos fuerzas en lograr esto, su palmarés sería imperial, digno de uno de los ciclistas más distinguidos de todos los tiempos.
El premio a la mala suerte se lo debería llevar Tejay Van Garderen. Aguantó todo para estar inmejorablemente situado en la general, segundo y casi el único que podía inquietar a Froome. Pero tras el segundo día de descanso, cuando había que afrontar las cuatro etapas alpinas, una enfermedad le obligó a bajarse de la bici, entre lágrimas. Sería bueno que explicaran debidamente qué le ocurrió, porque se dijo simplemente enfermo y eso, tras un día de descanso antes del desenlace de la carrera, también puede ser considerado sospechoso por mucha gente. Derecho a la intimidad, sí, pero cuanta menos transparencia haya, peor para el deporte.
Alberto Contador se ha vuelto a quedar sin Tour. Venía del Giro, lo ganó, y los esfuerzos realizados allí le acabaron pasando factura. Era lógico que sucediera. Aún así, el de Pinto lo ha intentado. Ha gastado las fuerzas en intentar atacar. Y lo malo es que Froome no era su único rival. Los Movistar no le han dado margen de maniobra, querían conservar su privilegiada posición, es entendible. Hubiera sido mejor que hubiera entendimiento para poder socavar la autoridad del británico, pero Valverde fue el que arruinó muchas veces los ataques del líder del Tinkoff-Saxo. Sin etapas ni maillots y quinto en la general, desde luego no se puede decir que haya sido un buen Tour para él, por mucho que merezca un reconocimiento por su combatividad, proponiendo incluso ataques desde muy lejos. Además, una caída bajando el col d’Allos le costó sus últimas opciones de podio.
Si hablamos de combatividad hay que nombrar a Nibali también. Se ha visto perjudicado por los cortes y algún pinchazo, se fue muy lejos en la general, pero al final se ha llevado el triunfo en La Toussuire y ha remontado hasta el cuarto puesto de la general, y un pinchazo al pie de Alpe D’Huez nos dejó sin ver la lucha por el tercer puesto con Valverde. Podría haber sido espectacular. El campeón de 2014 ha doblado la rodilla, pero se va con honores. Su caso es una demostración de que sin un poco de suerte no se puede ganar esta carrera. La suerte de que nadie te tire, de no pinchar en un momento inoportuno o de que no se te vean las debilidades cuando más afloran. El campeón italiano sigue dando espectáculo y es uno de esos componentes del pelotón que merece la atención de los aficionados. Es diferente y eso vale muchísimo. Y es muy completo, lo que le hace capaz de ganar carreras muy diferentes.
Dentro de los ganadores de etapa, el nombre que destaca claramente es el de Andre Greipel. El mejor sprinter de esta edición del Tour con diferencia, con cuatro triunfos, incluido el de los Campos Elíseos, que es un triunfo más especial que los demás. Es uno de los triunfos más importantes para un velocista, reconocido por el propio alemán del Lotto-Soudal. Aunque eso no le ha servido para llevarse el maillot verde de la regularidad. Ese premio se lo ha llevado Peter Sagan por cuarto año consecutivo, aunque esta vez no se ha llevado ni un solo triunfo, siendo hasta cinco veces segundo. Repite ese puesto tantas veces (y no solo en el Tour) que puede convertirse en un problema mental si no logra algunas victorias. Lo que tanto prometía no se traduce tanto en triunfos como en puestos de honor.
El ciclismo francés ha sufrido un retroceso que era lógico y que se ha ahondado por la mala suerte. El año pasado Jean-Cristophe Péraud y Pinot lograron subirse al podio, aprovechando que Froome y Contador se retiraron y que Quintana no fue. Esta vez lo tenían más difícil, pero además es que se han visto perjudicados por caídas, pinchazos y abanicos. No todo es mala suerte, pero hay que reconocer que la carrera no les ha sonreído. Al menos han sacado tres triunfos de etapa, con Alexis Vuillermoz y las dos jóvenes perlas, Romain Bardet y el propio Pinot, que triunfó en Alpe D’Huez con el consiguiente júbilo de la afición local. Bardet, noveno en la general, se ha llevado el título de ser el más combativo de la carrera. Hay que reconocer que los dos, junto a Pierre Rolland, se han metido en un montón de escapadas para intentar una victoria. Rolland no lo ha conseguido, pero al menos ha entrado en el Top-10, décimo finalmente. Péraud bastante hizo con terminar la carrera, después de tener una caída horrible varios días antes de acabar. Muy lejos de puestos de honor y con 38 años, los mejores días de este gran contrarrelojista en el Tour ya han pasado.
Nos queda casi un año para volver a tener la Grande Boucle con nosotros, pero hay mucho ciclismo que ver por el camino. empezando por este mismo fin de semana con la Clásica de San Sebastián, donde la gente del Tour aprovechará su buen estado de forma para poder obtener un triunfo de mérito. Y nos queda la Vuelta a Burgos, la Vuelta a España, el Mundial, el Giro de Lombardía… Siempre hay ciclismo que ver, alejado del Tour y sus tres semanas de expectación no siempre recompensada. La parte central de la carrera no ha hecho honor a la carrera, y eso que el recorrido estaba muy bien diseñado. Ni siquiera en los Alpes se ha visto todo lo que se podía ver con lo que había. Hasta dentro de unos tres meses no conoceremos el de 2016, donde se verá un todos contra Froome.
Fotografía: Jaguar MENA ©
bluebird Comunicación
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