El arbitraje desluce la quinta Champions del Barça

Es imposible empezar una crónica de la final de la Champions League entre Barcelona y Juventus sin hablar del árbitro. El señor colegiado deslució un triunfo inmerecido y descolorido del Barça en una de las más aburridas finales de Champions League que se recuerdan.

Mereció mucho más la Juve que el Barcelona en el computo global de los 90 minutos. Por juego y por casta. Los de Luis Enrique sólo supieron jugar a ratos. Mientras tanto la Juventus hizo su partido hasta conseguir el gol de Morata que ponía tablas en el marcador y llevaba algo de justicia hacia Berlín.

Justicia. Que bonita palabra. Y olvidada en el fútbol de vez en cuando. Fue el árbitro, en esta ocasión, el encargado de ponerse una venda a favor, como no, del Fútbol Club Barcelona. Porque al doble rasero habitual con el que se mide al Barça hay que sumar una decisión trascendental para el devenir del partido.

Penalti clarísimo a Pogba en el área de Stegen. El árbitro decide no pitarlo y, en la siguiente jugada, gol del Barcelona. Sería bastante positivo para el fútbol conocer una estadística en la que se haga referencia a los goles marcados por el Barcelona justo después de un error arbitral a su favor. Probablemente mucha gente alucinaría con los datos.

El gol de Suárez fue un mazazo para una Juventus que tenía al Barcelona acorralado. Desde luego, el equipo de Luis Enrique podrá pasar a la historia por el triplete, pero ni mucho menos por su fútbol. Ramplón. Pero en ese fútbol hay una diferencia: Messi. Y eso que no fue su noche la de Berlín, pero supo conducir un balón hasta el cielo para poner el segundo en el marcador. Sí, tras un penalti no pitado a Pogba.

Ahora llegarán las alabanzas a este Barcelona. Pero nada que rascar en comparación con el de Guardiola. Aquel equipo también tuvo ayudas arbitrales, pero era una auténtica apisonadora de buen juego.

Lo peor de todo esto se lo llevan los aficionados de la Juve y sus jugadores. Debe ser duro ver como sus jugadores dan la cara y una decisión arbitral les arrebata un triunfo que, en ese momento, tenían en su mano. La Champions League es el trofeo de los trofeos y perderlo así debe ser más duro que perderlo por culpa del balón en lugar de por una silbato.

Y eso que la Juve no salió del todo convencida de lo que se estaba jugando. Los nervios del principio se notaron especialmente en el centro del campo. Ni Pirlo estaba a gusto sobre el césped y eso, un equipo que gira en torno a él, lo nota muchísimo. Después retomó su sitio y descentró a un Barcelona que no sabía como actuar en defensa. Hasta el penalti no pitado a Pogba.

En resumen, victoria del Barcelona que queda algo empañada por un arbitraje curioso. Muy de la UEFA de Platini. Pero bueno, al final, lo que cuenta es ganar. O eso se supone…

Y para acabar esta crónica de la victoria del Barcelona en la final de la Champions, hay que dedicar unas líneas a Luis Enrique. Un señor de los pies a la cabeza que ha sido ninguneado por mucha gente en ese club empezando por Messi. Un señor que debería de irse por la puerta grande y no seguir entrenando a este Barcelona. Eso le convertiría en un tipo más grande todavía.

bluebird Comunicación
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