Llegaba ya la segunda mitad del gran torneo del hemisferio sur. Y la cuarta jornada comenzaba con el gran partido entre Nueva Zelanda y Sudáfrica. Después del espectáculo del año pasado, se podía esperar mucho de este choque en la capital neocelandesa.
Los sudafricanos tenían muy claro el plan. Defensa dura, mucha concentración y alejar el balón de su zona de 22 para poder respirar. Y así todo el partido. Objetivo: recuperar el liderato del torneo, perdido una semana antes en Australia.
Frenar a los All Blacks es bastante complicado. Son el mejor equipo del mundo y a ratos consiguen imponer un ritmo infernal, por lo que cualquier pérdida de concentración, cualquier agujero que dejes en defensa, suele costar muy caro.
Nueva Zelanda jugando en casa, obligación de victoria. Salieron a por todas. Minuto uno, intenciones muy claras. Diáfanas. Ir a por todas e intentar el ensayo. Pero los Springboks se mantenían firmes. Con sus señas de identidad grabadas a fuego. El que quiera hacerme un ensayo, que se lo curre. No estaban por la labor de volver a perder contra el equipo de Steve Hansen.
Tras muchos minutos atacando, los All Blacks sólo consiguieron un tiro a palos en un golpe de castigo. Los cimientos del equipo visitante eran muy sólidos, sin fisuras. No había forma de entrar. La posesión era mayoritariamente neocelandesa y el balón estaba mucho en tiempo en campo sudafricano. Hasta que, en el minuto 15, una descarga de los Springboks acabó con una gran jugada y el ensayo de Cornal Hendricks, tras una pase muy inteligente del apertura Handre Pollard. Mucho partido por delante, pero la preocupación en la grada estaba más que justificada.
El golpe afectó mucho a los locales. Siguieron atacando, pero ya no amenazaban tanto con penetrar en la defensa sudafricana como un cuchillo. No conseguían imprimir el ritmo alto marca de la casa. Sólo las faltas daban oportunidades de sumar a Nueva Zelanda, pero Aaron Cruden no estuvo del todo certero en las patadas a palos, desaprovechó la oportunidad de mandar el partido al descanso con ventaja para los suyos, pero erró. 6-7 era el marcador.
Normalmente, los neocelandeses suelen salir muy motivados tras el descanso. En esta ocasión, con más razón. Sudáfrica se empleaba a fondo, pero no pudieron evitar el ensayo de Richie McCaw en el minuto 46, aunque Cruden falló la conversión. Los sudafricanos debían remar, y se pusieron manos a la obra. Pollard redondeó su partido con un drop magnífico que ponía a los suyos sólo un punto por detrás en el marcador. Los All Blacks seguían atacando para sentenciar el partido, pero la defensa de los Springboks seguía siendo un muro. Sólo con otro golpe de castigo sumó Nueva Zelanda, que ponía un poco tranquilizador 14-10. Quedaban 14 minutos. Los visitantes necesitaban un ensayo para ganar.
A por él se fueron. Pero no hay que olvidar que los de negro no sólo son los que mejor atacan, es que además defienden francamente bien. Y lo demostraron en unos minutos finales muy agobiantes, con Sudáfrica rondando su zona de marca. En la melé definitiva consiguieron que su rival tuviera que irse hasta la banda y sacar del campo al jugador con el balón. Después ganaron la touche y lanzaron el balón fuera, para júbilo del público que abarrotaba el Westpac Stadium de Wellington.
Australia termina sufriendo
Los argentinos jugaban en Gold Coast, rindiendo visita a los Wallabies. Los dos años anteriores estuvieron a punto de ganar en tierras australianas, por lo que el partido merecía la máxima atención. La primera victoria en este torneo del conjunto de Daniel Hourcade está a punto de caer, sólo falta ver cómo, cuándo y contra quién.
Al igual que en la primera jornada, los Pumas encajaron un ensayo de salida. A los dos minutos, agujero aprovechado por Michael Hooper. Pero de nuevo este equipo demuestra que es capaz de levantarse. De hecho, en el minuto seis Manuel Montero contrarrestaba logrando ensayo para Argentina en una excelente jugada, corriendo toda la banda al borde de la línea (hay que recordar que si un jugador pisa la línea lateral, es fuera) y posando el balón en la zona de marca con toda la defensa australiana superada. Como Bernard Foley falló la conversión y Nicolás Sánchez acertó, primera ventaja de los visitantes: 5-7.
Sin embargo, no hicieron falta muchos minutos más para ver que no era el día de los Pumas. Ni estaban lo suficientemente agresivos en las melés, ni lo bastante concentrados en los saques de touche, ni tampoco con un brillante juego a la mano. Los errores defensivos se traducían en faltas que le daban a Foley la oportunidad de ir sumando de tres en tres, incluyendo un golpe de castigo en el descuento de la primera parte. Al descanso el marcador reflejaba un 14-7 que dejaba las espadas en todo lo alto.
El comienzo del segundo tiempo ahondó en las malas sensaciones argentinas. Un error garrafal del propio Montero dejó el balón franco a Hooper, que se fue hacia la zona de marca con casi todos los argentinos parados, como si la jugada no fuera válida. Pero sí que lo era.
Sólo los golpes de castigo de Sánchez dejaban con algo de vida a los Pumas, que volvieron a encajar un ensayo en el minuto 59, a cargo de Peter Betham, aunque esta vez Foley volvió a fallar la conversión. Pero estábamos hablando ya de un 29-13, con sólo 20 minutos por jugar. Misión casi imposible.
Los de Hourcade habían perdido ya a Juan Manuel Leguizamón por lesión. Pero de pronto, no se sabe de dónde, sacaron las ganas para pegarse y buscar una remontada épica. A por todas. Y sólo cuatro minutos después Marcelo Bosch anotaba un ensayo que abría un poco el partido. Al menos la honrilla querían salvarla. Tras la conversión de Sánchez, tenían 15 minutos para remontar un 29-20.
En el minuto 70, para sorpresa de todos, los Pumas encontraron otro hueco grande y culminaron con una excelente patada a seguir de Sánchez que entró en la zona de marca australiana, donde recogió y apoyó el balón Joaquín Tuculet. Después el apertura argentino lanzó al palo la transformación. 29-25. Minuto 71. Hacía falta un ensayo más para ganar.
La carga final de los Pumas se dificultó con una falta que dio un golpe de castigo a Foley, que ponía el 32-25. La victoria se hacía ya imposible para los sudamericanos por falta de tiempo. Pero si lograban un ensayo con transformación podrían al menos lograr un empate, que sería el segundo de su corta historia en el torneo y el primero fuera de casa. Y lo tuvieron. Arrinconaron a los Wallabies contra su zona de marca, tuvieron melé a favor a cinco metros, oliendo la sangre, pero el medio de melé suplente, Tomás Cubelli, que había sustituido a Martín Landajo, perdió el balón y con ello liberó de la presión a Australia, que lanzó el balón fuera y dio por concluido un partido cómodo que acabó siendo agónico.
Los Pumas siguen amenazando, se llevan el punto bonus defensivo por tercera vez en cuatro partidos, pero vuelven a llevarse la decepción de la derrota. Les quedan dos partidos en casa, pero salvo sorpresa mayúscula terminarán últimos de nuevo.
Si Nueva Zelanda logra la victoria en Argentina dentro de dos semanas (el próximo fin de semana hay descanso) con cuatro o más ensayos el torneo quedaría sentenciado, y eso que los sudafricanos han sumado punto bonus defensivo. Ahora los All Blacks tienen 16 puntos, por 10 de Springboks y Wallabies y 3 de los Pumas.
La imagen que acompaña a este artículo es de Sonya & Jason Hill ©