Pertenezco a una generación que alguna vez fue tan joven que cantaba a gritos «y creo que muero si no siento el roce de tu cuerpo junto a mí» mientras derramaba el kalimotxo sobre unas botas de hebillas.
De aquello no nos queda mucho. A mí, personalmente, la expresión «creo que muero» —que la uso para casi todo—, el convencimiento de que «al cantar me puedo olvidar de todos los malos momentos», el gusto por el calzado militar y la certeza de que crecimos demasiado, aunque, a veces, todavía pensemos en el «pobre Ramón» —qué mal le salió el farol— o bailemos, imaginariamente, en el batzoki.

Toda esta nostalgia viene a que ha caído en mis manos el cedé que conmemora el 25 aniversario de Platero y tú, 35 de las canciones con las que Fito, Juantxu, Jesús y Uoho pusieron banda sonora a las primeras noches, los primeros garitos, amores y desamores, vino y cola, el humo de un canuto… La vida, cuando la teníamos entera por delante.
Y no importa que Iñaki (Uoho) en un comunicado se haya desmarcado tajantemente del álbum —«Ni mis compañeros ni yo hemos participado para nada en este disco. Ni en la selección de canciones, ni en la horrible portada que he podido ver por internet, ni en el libreto (si es que lleva), ni en las versiones elegidas… En nada»—; no importa que todo apunte a que jamás volveremos a verlos juntos sobre el escenario celebrando las canas; ni siquiera importa en qué se ha convertido Fito o que haya poco rock&roll…
Porque una parte de nosotros sigue sin ser decente y siempre hará trampas al mus. Es esa parte que siempre será de Platero y Tú.