Un viaje emocional por ‘La isla de Alice’

Conocía al Daniel Sánchez Arévalo cineasta, con un buen concepto de su obra además. Su faceta de gran contador de historias y su buen hacer como guionista, incluso en películas que él no dirige, podrían llevar a la conclusión de que sería también un excelente novelista. Y lo es. Es la primera novela para adultos que publica y ha sido finalista del premio Planeta, aunque esto es lo de menos por la progresiva pérdida de credibilidad del mismo.

“‘La isla de Alice’ oscila entre el thriller y el viaje emocional. Una historia de superación y una peripecia absorbente y cautivadora”.  

Estas palabras que se reflejan en la contraportada de la novela quieren resumir el alma de la obra y yo aclaro que el thriller es la excusa para el viaje emocional, para esa superación de la que Alice forma parte.

Alice llega a  Robin Island la isla tras la repentina muerte de su marido. Cuando él fallece en un accidente de tráfico su vida se desmorona. Además, Chris su esposo no estaba donde debería estar en el momento del accidente, y temiendo que toda su relación haya sido una mentira decide investigar ese secreto para tener la certeza de que su vida perfecta ha merecido la pena. Sus hijas, Olivia y Ruby que ya nace en Robin Island—, la acompañan en este nuevo paseo que la vida les brinda. Allí hará todo lo posible por descubrir lo que Chris ocultaba y, ayudada de la tecnología de espionaje más avanzada que un particular puede adquirir, se adentrará en los hogares de todos los nuevos conocidos a los que encuentra sospechosos. De todos, vamos.

No deja Daniel Sánchez Arévalo de hacer guiños a clásicos de la literatura como Herman Melville, Robert Louis Stevenson, Daniel Defoe, H.G. Wells o Lewis Carrol, nombrando cada parte de la novela con el título de una de sus obras: ‘Moby Dick’, ‘La isla del tesoro’, ‘Robinson Crusoe’, ‘El hombre invisible’ y ‘Alicia en el país de las maravillas’.

Alice, Olivia, Ruby, la isla… Son la tabla de salvación del autor para luchar contra unos momentos muy duros y puntuales de su existencia, pero seguramente también para hacerlo contra otros muchos también complicados y recurrentes. Los estados de ánimo, las conversaciones, las emociones, los desvanecimientos, los estereotipos, las medi(c)aciones, los sueños, el arte, los viajes, los relojes, la tecnología, los ponys, el sexo… Todo tiene un porqué profundo aunque se disfrace de thriller.

Las gracias siempre a ti, Daniel, por convertir tu ficción en realidad.


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