No me toquéis el Eterno Retorno

Como el asunto es detallista, andaré rápido. El profesor Vásquez Rocca comenta la obra del filósofo Peter Sloterdijk, de las pocas personas con el título reconocido antes de su defunción, en su texto ‘Microesferas íntimas y úteros fantásticos‘. En apenas 10 paginas, se esboza una explicación en base a las influencias que ha tenido el autor alemán para alcanzar lo que Vásquez considera el culmen de su obra, la trilogía de las ‘Esferas’, cuya última parte se ha publicado recientemente en Alemania, una suerte de ontología en la que la crisis es la consecuencia de estar en conflicto con el exterior.

Como expresa Vásquez, la idea de la esfera se inicia en el vientre materno, espacio original que afecta irremediablemente al feto al sufrir el proceso de llegada al mundo de manera violenta. La continuación de nuestro caminar se ve alterado por nuestra reproducción de ese vientre original, nuestra creación de nuevas esferas que nos acojan, desde un hogar hasta el Estado, ese «útero fantástico para masas infantilizadas». Pero, más allá de las esferas construidas, se encuentra la autentica razón de la violencia: el «frío vacío sideral» que nos asalta, presentado como un descubrimiento platónico, un asombro absoluto.

Aparte de lo rechinante que puedan ser conceptos como «clausura de la madre», «útero fantástico» o «transcolonización», debo recordar que el objetivo es definir el espacio como punto filosófico gravitacional, sobre el que poder entender y afrontar asuntos serios, como la globalización, la eugenesia, o el capitalismo. Para entendernos, la pregunta «dónde estamos» –el aquí y ahora– es más importante que la pregunta «de dónde venimos y a dónde vamos» –la historia y la proyección del futuro–. Y después de esto, veo a Nietzsche y a Heidegger, codo con codo, y el nombre nacionalsocialismo rondando cerca.

Me acordé de todo lo que se mueve y todo lo que está quieto. Y de sus familias. Profusamente. Una larga concatenación de juicios racionales, enmascarados como hechos necesarios de la Historia. ¿Se habrá visto esto antes?

Sobre el análisis histórico que desarrollan entre Vásquez y citas de Sloterdijk, solo voy a decir que me ha dolido especialmente que, aún citando casi textualmente a Spinoza, ni se mencione al judío ni cambie el discurso de Vásquez lo más mínimo; quizá una concesión a la universidad pontificia de acogida. Y procedo sin más dilación a enfrentar a Nietzsche y a Heidegger irreconciliablemente.

eterno retorno

Friederick Nietzsche, conocido por promulgar la filosofía a martillazos y ser el (falso) autor de la frase «Dios ha muerto, lo ha matado el Hombre», mantiene una cruzada contra el conocimiento heredado como inexorable y sus representaciones, a saber, el género y  las clases sociales, la religión y sus dioses, la Ontología y la sabiduría añadida… las cargas que impiden que seamos nosotras mismas. Su camino en esta demolición, hecha en ‘Así habló Zaratustra‘, comienza en reconocernos como un camello, que lleva su carga sin pausa; pasar a ser un león, que rompe sus cadenas; y finalizar como infantes, que construyen el mundo mientras juegan. El futuro, el famoso eterno retorno, propiedad del Übermensch, fue hábilmente no escrito, en un claro mensaje.

Martín Heidegger, denominado el Oscuro por su exposición, se propuso traducir en metafísica lo que su profesor dejó a su paso, y, en su gran libro ‘Ser y Tiempo’, definió –quizá es mucho decir– el concepto del «dasein«, el «ser-ahí», como base para definir la realidad que somos y creamos.  Más tarde, desarrolló el concepto hasta alcanzar la «Lichtung», el claro en el bosque, el espacio donde el ser se da, en medio de los entes, cosas que han sustituido el ser por una entidad artificial. La derivación de Martin llegó a la afirmación de la «Lichtung» como escenario donde el ser se da en toda su plenitud, su potencia… y lo que tenga fuerza para ser, una potencia incuestionable, se dará allí.

Vano esfuerzo es despejar todas las dudas y errores sobre estos dos monstruos filosóficos ahora mismo. También explicar los sucesos que pivotaron sobre una cervecería de Munich, entre jarras de litro y salchichas con chucrutt. Pero basten estos dos párrafos para aclarar quién habla de personas, sobre una genealogía de los valores, y quién impone un requisito para serlo, autorizando un único lugar para que el ser exista: una puerta a un paraíso donde todo debe ser aprobado primero por un tribunal, para después ser algo.

Pero, lejos de clausurar el pensamiento, en especial sobre un asunto que todavía afecta gravemente (Spinoza me guiña un ojo) al centro político y económico de Europa, es recomendable acercarse al tema, con precaución y pasión. Hölderlin, Stirner o el propio Wagner son referencias obligadas para no trastear a ciegas. Pero quizá el resumen, con gusto anglosajón, que globalice el asunto sea ‘Tomorrow belongs to me‘, una canción que no necesita coreografía de Cabaret para estremecer, por supuesto censurada en su estreno.

Y no, Heidegger no canta. Isabel II, tampoco. Aunque el parecido es asombroso (vaya, Platón me ha guiñado un ojo también).

Es posible que no haya sido claro. Lo diré en inglés, que suena mejor: ¡Nazis, fuck off!

 

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