Sylvia Plath, hoy que es 11 de febrero

«De una mujer
de mi edad o quizá más joven
me muestras poemas
traducidos de tu lengua

Hay ciertas palabras: enemiga, horno, dolor
suficientes para convencerme
que es una mujer de mi tiempo»

(Adrienne Rich)

En la introducción del libro ‘Poesía Completa‘, editado por Bartleby Editores, podemos leer a Ted Hugues decir lo siguiente sobre Sylvia Plath: «Nunca desechó ninguna de sus tentativas líricas, que su actitud hacia sus poemas era la de una artesana: si con el material con que el contaba no podía hacer una mesa, se contentaba con hacer una silla o un juguete».

Lo primero de Sylvia Plath que cayó en mis manos, me traspasó los ojos, se clavó en mi intelecto y me retorció las entrañas (por ese orden) fue ‘La campana de cristal’:

«Pensé que la cosa más hermosa del mundo debía de ser la sombra, el millón de formas animadas y callejones sin salida de la sombra. Había sombra en los cajones de los escritorios y en los armarios y en las maletas, y sombras bajo las casas y los árboles y las piedras, y sombra tras los ojos y las sonrisas de la gente, kilómetros y kilómetros de sombra en el lado de la tierra en que era de noche».

La belleza de la sombra… La capacidad de transformar el dolor en algo hermoso… La poesía.

«Tenía que estar pasándomelo en grande, tenía que estar ilusionada como las otras chicas, pero no conseguía reaccionar. Me sentía quieta y vacía como el ojo de un tornado, moviéndome sin ninguna fuerza».

Como dice Xoán Abeleira, su traductor: «En Plath es fundamental separar sus logros estéticos de su biografía, de la cual no dependen ni en la forma ni en el fondo. Podemos abordar esta Poesía completa como una mera «confesión» de su autora, pero, al hacerlo, estamos prejuzgando lo que leemos y, peor aún, nos estamos perdiendo otros significados mucho más relevantes y reveladores. Porque Plath, como Trakl o Pizarnik, no debe en absoluto su fama al hecho de haberse quitado la vida sino a que en su obra los acontecimientos están absorbidos, transfigurados por la función universalizadora del mito, y a que fue una poeta cuya imaginación, inteligencia, lenguaje, oficio y apertura al inconsciente alcanzaron un extraordinario grado de desarrollo. Virtudes que tan sólo podemos hallar en los grandes creadores».

Un 11 de febrero Sylvia Plath metió la cabeza en el horno. Tenía 30 años. Estos son algunos de sus últimos poemas. Tan dolorosos como hermosos. Tan de verdad. Tan verdad. El chorro de sangre es poesía.

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