—¿Nervioso?
—Sí
—¿Es su primera vez?
—No, he estado nervioso muchas veces.
‘Aterriza como puedas’
Dice la protagonista de una de mis películas favoritas en un monólogo bellísimo: «¿A dónde irán los sueños cuando no los conseguimos? Porque a algún sitio tienen que ir. Aunque creo que al final los sueños no son más que una excusa, pero una excusa muy gorda, son la excusa para vivir. Por eso, a veces, también se convierten en la mirada nostálgica de lo que nunca fuimos. ¡Qué putada! Asumir que nunca serás lo que siempre deseaste, ni esperarlo siquiera, ¡joder!».
Supongo que con eso nos conformamos muchos, con asumir que ya nunca seremos quienes pensábamos. Otros, los valientes, no, esos agarran la nostalgia y la transforman en futuro. La miran a través de un objetivo para que los demás sigamos soñando, sigamos teniendo la excusa perfecta para vivir.
¿Y cómo habrán sido las primeras veces de aquellos que se empeñan en hacer(nos) cine? ¿Cómo empezaron a trazar(nos) los sueños?
Comencé a hacerme esta pregunta a comienzos de este año. Fue justo después de que nuestro compañero Duque de Argüelles publicara esta estupenda entrevista con Guillermo Fernández Groizard, director, de cine y de la Escuela Metrópolis.
En aquella charla contó su flechazo con Alejandro Amenábar. Fue durante un festival en Elche, donde se proyectó ‘Himenóptero’. Tal fue el flipe que Guillermo retrasó su vuelta a Madrid para conocerlo. Cuando regresó a sus clases, escribió su nombre en la pizarra y dijo a sus alumnos que lo recordaran, porque iba a ser el director más importante de España.
Acabé de leer aquella entrevista con sólo una cosa en la cabeza: Quiero ver ‘Himenóptero’. Quiero ver los primeros cortometrajes de algunos de los cineastas más importantes. Quiero saber si yo también soy capaz de ver lo que el tal Guillermo vio.
Juzgad vosotros mismos:
Después me dio por buscar el primer trabajo de Fernando León, un tipo al que admiro, porque sus películas son novelas, porque me demuestra que la poesía es capaz de campar a sus anchas por los barrios más grises, en la miseria, en un sistema corrupto donde siempre ganan los mismos (¡qué hija de puta la hormiga!).
Y como no todo va a ser admiración, probé con el cortometraje con el que debutó Santiago Segura. Y, bueno, he aquí:
Mención especial merece mi querida Leticia Dolera, una mujer necesaria, con un estilo personalísimo, que ya en sus comienzos lo hacía así de bien.
Bonus track
Me voy a lanzar. Igual que una vez, hace muchos años, alguien escribió en una pizarra el nombre de Alejandro Amenábar, yo voy a dejar aquí escrito el de Luis Cámara. No sé si llegará a ser el director más importante de España. No le hace falta. Siempre pienso que al arte no le hacen falta reconocimientos. Que Bukowski jamás recibió un premio. Ni Maite Dono. Que no puedo creer en los reconocimientos en un mundo en el que Stallone no tiene un Oscar.
Luis Cámara.
Recordad este nombre.
Y disfrutad con ‘Kudos’, su primer corto como director. Una historia que destila referencias, con imágenes que bailan, plano a plano, con una música deliciosa. Seis minutos de un universo por el que desfilan todas aquellas voces que fueron para que Luis Cámara (insisto: Recordad este nombre) sea y tenga su propia voz. Sin duda, la ha encontrado. Y nos la ha lanzado desde la pantalla para que podamos seguir soñando.
Así ha sido su primera vez. Nos vemos en los cines.
Fotografías: Nani Salinero ©