«Si yo creyera en dios, pensaría que su trabajo es crear poetas»

De él dijeron que es «una de las plumas más arriesgadas, avasalladoras y menos convencionales del panorama narrativo del país» antes de entregarle, hace apenas unos días, el premio a  la Mejor Novela de 2014 del festival VLC Negra y eso a mí, aprendiz de escritora y maestra de nada, me abruma. Igual que me turban sus letras cuando me recuerdan a Bukowski. Porque, no nos engañemos, para ejercer el realismo sucio hay que ejercer el realismo sucio. O ser Henry Chinaski. O Carlos Salem. 

Poeta, dramaturgo, cuentista, novelista y con una producción inagotable. ¿Cómo te llamas a ti mismo? ¿Escritor?

¿Escritor? Supongo que que sí. Quise serlo desde que tenia diez años y pasé muchos más leyendo y preparándome. Jamás me haría una tarjeta que dijera «poeta» o «novelista», porque la profesionalidad está en lo que haces y no en cómo te definas. La novela y la poesía son mis formas de expresión preferidas, pero en todo lo que hago trato de dar lo mejor.

¿Cuánto de magia y cuánto de trabajo hay en tu manera de enfrentarte a la literatura?

El trabajo es fundamental, se equivoca quien piensa que todo lo hace una musa que te ilumina o algo así. Hay cierta «magia», claro, pero nada sobrenatural. Supongo que es lo mismo que el que toca un instrumento y tiene facilidad para hacerlo. Si además trabaja en ello, disfrutará todavía más y lo hará mejor.

La protagonista de tu última novela, ‘Muerto el perro’, Piedad, un día despierta, también en el sentido metafórico. ¿Es un toque de atención para todos? ¿Estamos dormidos? Bukowski decía que hay gente que “va del coño a la tumba sin que les roce siquiera el horror de la vida”…

Lo intentan, pero la vida te la pega, tarde o temprano. Piedad, por ejemplo, creía que quedándose en un rincón sin molestar a nadie, sin dejar que asomara su verdadero yo, estaría a salvo. Y cuando ve que no es así,que no hay más rincones, tiene que salir a su vida y dar la cara.

“Y Dios dijo cruzándose de piernas: he creado muchos poetas, pero muy poca poesía”, también dijo Bukowski. ¿Tenía razón, como siempre?

(Risas) Es una de mis frases favoritas. En todo caso, si yo creyera en dios, pensaría que su trabajo es crear poetas: la poesía la hacen los hombres y las mujeres, los que de vez en cuando creamos belleza, incluso sabiendo que la muerte nos espera al final de alguna calle. Me gusta que haya muchos poetas, que haya mucha gente expresando lo que siente, sin necesidad de tener un diploma que certifique que tienen derecho a hacerlo. Luego se verá quién tenia algo interesante que decir.

Y, hablando de Bukowski, y prometo que ya paro… ¿Está tu obra en esa estela del realismo sucio o es sólo una ilusión de los lectores empeñados, como yo, en encontrar las malditas referencias?

Bukowski es una de mis principales referencias, especialmente como poeta. Y como escritor de diálogos en su relatos, es formidable. Hay una parte de mis textos y mi poesía que conecta con esa forma de contar sin condón, de llamar a las cosas por su nombre. Y eso se lo debo a Bukowski.

¿Por qué empezaste a escribir? ¿Qué fue antes, la narrativa o la poesía? Porque sabemos que te consideras, sobre todo novelista.

Empecé a escribir porque me gustaba mucho leer, me parecía algo mágico. Y de tanto leer, me dije que tal vez podría hacerlo, que quería hacerlo. No fue fácil, nada de lo que importa es fácil. La novela era el desafío, lo imposible, crear un mundo y conseguir que todo el que se asomara a  ella se sintiera parte de ese mundo. La poesía era un reto diferente: asomarte a ti mismo y mostrarlo a los demás, sin personajes tras los que esconderte.

“Ella es libre, feliz / y un poco mía”… ¿Ella es la poesía?

En realidad, hablaba de una mujer, pero bien podría hablar de la poesía. La sensualidad, el valor, las preguntas, el miedo, la audacia, son puntos en común. La poesía se viste de palabras, pero citando se desnuda de verdad, brilla y es casi inmortal.

¿Quiénes follan más, los poetas o los novelistas?

¡Por las dudas, soy ambas cosas! (Risas) Así no me pierdo lo mejor de cada mundo.

Parece que vivimos un momento en el que a todo el mundo escribe poesía, relatos, cuentos… ¿Es real? ¿Es moda? ¿Es la burbuja inmobiliaria de las letras?

Repito que no hay nada de malo en que la gente escriba. Las redes sociales favorecen que cualquiera pueda escribir y difundir lo que escribe. ¿Es malo que lo haga cualquiera, le tenemos miedo a cualquiera? Puede que haya algo de moda, en el sentido de ver que otros lo hacen y por qué no intentarlo tú. En cuanto a la calidad de lo que se produce,  suelo decir que cuando baje la espuma veremos qué altura real tenía la ola.

Impartes talleres literarios. ¿De veras crees que se puede aprender a escribir o es algo que sale irremediablemente de las entrañas?

Esto es como ‘Karate Kid’: Tienes que dar cera y pulir cera antes de poder dar un buen golpe. Conocer técnicas y trucos, si de verdad quieres escribir, es bueno. Porque así, cuando dejas salir lo que gritan tus entrañas, sabes que apuntarás mejor.

Y, para terminar, pregunta obligada: ¿Qué tal te cae Bill Murray?

Genial. Recuerdo que, después se verlo en lo típico (‘Cazafantasmas’, etc.), lo vi en en ‘El filo de la navaja’ y me quedé fascinado con su capacidad como actor.

La imagen es de Laura Muñoz ©

 

bluebird Comunicación
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