Abro el libro, entonces estoy ahí, ante el espejo veo mi cuerpo.
Me veo.
Contemplo mis tetas y aterriza ese extraño placer de empezar a
sentirse puta, de querer serlo, de serlo. Sonrío como niña, porque
también lo soy, o quizás la chica triste o la mujer rota, a estas alturas
da igual. Soy. Existo.
Aspiro silencio en las vueltas de páginas. Me empeño, desde luego,
en hablar de amor.
Rouge me penetra el corazón y me corro. Indescriptible placer.
Follada y satisfecha,
como si no estuvieras aquí,
como sólo la poesía lo sabe hacer.
He tenido un orgasmo, acabo de abortar tristezas. De golpe, la puerta
se cierra, el libro también.
‘Rouge’ es una de las mejores experiencias poéticas que he tenido en mi vida. Es un libro para leer incesantemente, reiteradas veces. Es poesía breve, certera, daga. Pilar maneja muy bien la palabra, hasta se las folla. Es evidente que la autora sabe en el embrollo en el que se ha metido, en el que nos ha metido. ‘Rouge‘ es una especie de torbellino que no te deja escapar (¡cómo si quisiéramos!) desde el primer verso hasta el último punto.
‘Rouge‘ provoca, mata, aquí radica su inmortalidad. Es cuestión de morir o matar. ‘Rouge’ mata las tristezas, luego las revive para volverlas a asesinar. Mata la soledad y el hastío, luego con ellos se va a acostar. ‘Rouge’ es y será.