Porque sí, hay buen cine español: ‘La isla mínima’

Y no es la única, pero sí que es la más fuerte de todas las que han estado en estos Goya 2015. ‘La isla mínima’ es probablemente la mejor película española de este año. Un thriller policiaco impresionante, donde Raúl Arévalo ha vuelto a demostrar de lo que es capaz. No sólo cumple sino que además se sale del personaje. Lo hace para crearle una fuerza y una entereza que acompañan tan bien a un investigador propio de la época y con sus ideales. Pero si ya nos referimos a Javier Gutiérrez Álvarez, es para quitarse el sombrero.

Juntos forman una pareja de policías que rompe con un cuerpo del estado, una nueva forma de ver a las dos Españas, y que generan una nueva visión de lo que acontece tras la Transición. En todos los campos, no solo en el que atañe a su profesión. Lo ejemplifican poco durante el filme pero rompen con una última escena en la que vuelven a sacar el tema a la luz, brillante, sublime e impresionante. El resto del elenco hace de esta cinta un auténtico lujo para la historia del cine español, y la trama, y todo lo que encierra, una nueva forma de entender el cine en este país. Podrían marcar nuevas líneas de renovación de esencias de aquí en adelante si muchos tomasen nota. Ya basta de tanta caspa y de tanto encasillamiento. Si es que se puede seguir hablando de lo mismo que se ha venido tratando durante mucho tiempo en los vestigios del cine de aquí, pero de una forma nueva, fresca y general. Cosa que, ojo, no ha de quitar personalidad ni propiedad a lo que se refleja.

Es que así hay que hacer las cosas. Así se hacen. Ni desnudos injustificados ni viejas luchas en pro de nadie, más que del propio futuro. Porque aunque todos tengamos un pasado, todos debemos de tener un futuro, y más en ciertos temas muy complejos y secesionistas hasta la saciedad.

Especial mención al chico de moda, Jesús Castro, que sorprende. A veces ser guapo y tener un cuerpo de delito, tanto en hombres como aquí, como en mujeres en otros casos, es símbolo de enjuiciamiento más crítico que con otros. Pues para este actor no hay porqué. Lo demuestra y es suficiente, ya le llegará su papel de oro pero, de momento, cumple y con creces. Al igual que Antonio de la Torre, que muestra una vez más, y con pocas intervenciones, que su nivel juega en otra liga muy por encima de muchos.

Se podría decir que es sólo una película de género más, pero no es así. Juegan con un ambiente donde todas las sensaciones se radicalizan hasta poner el vello de punta. Una fotografía que sabe llevar la película y que sabe lucirse como nunca en paisajes verdes, marrones y grises, propios de esos ochentas y de esa Doñana del límite del coto. En definitiva, ese es el resumen de la película. Una mezcla gris, verde y marrón, que juegan con una guerra de hombres, con un país en guerra moral. Donde los problemas son tan añejos como la propia humanidad y la época franquista, y las ansias de libertad continuas, pero fangosas y duras. Y es que por muy pequeñas que sean las circunstancias, los sentimientos que encierran en cada una de las personas son tan aguerridas como las de cualquier otra índole. Muy por encima de sus propias expectativas.

bluebird Comunicación
bluebird Comunicación
bluebird Comunicación
bluebird Comunicación

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.