Pánico en las tablas

Un mismo decorado para distintas secuencias. Tres amigos: Leo, Max y Joni, estos dos a su vez hermanos. Los tres tienen problemas. ¿Los querrán (sabrán) afrontar?

Esta comedia finlandesa de Mika Myllyaho en España con versión de Fernando J. López y dirección de Quino Falero, ha sido un éxito rotundo en medio mundo. No es de extrañar si disfrutamos de Guillermo Ortega, Felipe Andrés y Mon Ceballos los tres actores protagonistas,  que con maestría y en estado de gracia nos llevan a ese momento de ‘Pánico’, «la palabra prohibida» que da título a la obra.

Desde pertenecer a los boy scouts hasta convertirse en terapeuta ocasional, presentador de éxito o ingeniero angustiado sólo se necesitan unos años, situaciones inverosímiles y no querer, o no saber, afrontar sus desdichas.

Me acomodo en la butaca de Ángel Martín en el Teatro Lara y pronto me doy cuenta que en la obra hay mucho más que escenas locas o disparatadas. Me percato tan rápido como tarda en aparecer el homenaje a Almodóvar. Pero el reconocimiento a Pedro también se extiende a Neruda a Mick Jagger, a Tina Turner, hasta al Dalai Lama, Leo Messi, e incluso alguno más que seguro que me olvido. Ya he comentado en alguna ocasión que para mí todo lo que respira aroma a Pedro me resulta fascinante y en esta obra la dicotomía madre-hijo, las cárceles de  nuestras vidas o las sillas de Pina Bausch también lo son.

Mientras Leo no quiere volver a casa, Max no puede salir y Joni no sabe lo que (no) quiere, el patio de butacas ríe. Fuerte. A carcajadas. Todo perfectamente trenzado con una buena música que acompaña siempre a la penumbra para marcar las elipsis.

Acudid a disfrutar de esta representación. Merece la pena. Mucho.

P.D. ¡Víctor Jara! Ya sabía yo que alguno me olvidaba.


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