¿Que hubiera sido de la teniente Ripley sin la ayuda del felino Jonesy, el gran pasajero olvidado de la Nostromo? Ya nadie recuerda a la protagonista ‘Sabrina, cosas de brujas’. El que molaba era Salem, el gato animatronic negro que vivía con ella y sus tías. Todos sabemos que el cine le debe un Oscar al gato de Audrey Hepburn en ‘Desayuno con diamantes’, aunque solo sea por esa última escena bajo la lluvia.
Los egipcios los adoraban y Alf se los quería comer. Representa el complemento ideal de toda bruja que se precie de serlo. Si Internet tuviera ejército, ellos serían sus soldados. Son elegantes e indiferentes ante todo. Los gatos han sido durante la estancia del Homo Sapiens sobre la faz de la Tierra un estimulo capital de relatos. Desde los que llevan botas a los cósmicos de bolsillos mágicos, el magnetismo felino es palpable en cada narración. Ellos son los nazis que exterminan a los ratones judíos en ‘Maus’, intentan comerse a un insoportable canario amarillo o se zampan a escondidas fuentes de lasaña. Los gatos constituyen una de las imaginarias más eclécticas del mundo animal en nuestra cultura. ¿A que sí, Schrödinger?
Pero nada es igual en ‘Kedi’. En Estambul, donde se separan Oriente y Occidente, vagan libremente cada día 15 millones de habitantes. Entre ellos, miles de gatos vagan por la metrópoli turca narrando su propia historia. Ellos son los auténticos protagonistas de estos retratos.
Retratos felinos
La directora turca Ceyda Torun se centra en los felinos a través de primerísimos planos en busca de gestos, de esa chispa hipnótica que brota de cada animal. Un aura de divinidad que envuelve los relatos en un entorno de lucha por el territorio; de juego, caza o amor. Un espacio sugestivo creado de forma casi artesanal en el que se percibe un arduo de trabajo de documentación. ‘Kedi’ busca que te hagas creyente: que los entiendas y los acompañes en su día a día a través de cada maullido y ronroneo.
Torun emplea a los animales para narrar uno de los grandes debates en la sociedad moderna: la lucha entre los vecinos de toda la vida y las grandes construcciones urbanísticas. En la ciudad turca, los gatos funcionan como reflejo de la gente que transita por sus calles permitiendo reflexionar a los humanos sobre la espiritualidad, la esperanza o la muerte.
El resultado es un proyecto enternecedor y elegante con pretensiones mucho más terrenales que las de sus protagonistas. Si te gusta Sarah Andersen y sus tiras sobre gatetes, ‘Kedi’ te va a parecer una delicia. Si en ‘Como perros y gatos’ ibas con los perros, olvida todo esto.