¿Qué somos? ¿Cuánto de lo que somos tiene que ver con lo que hemos leído, con la música que hemos bailado, con las películas que se nos han agarrado a las entrañas y nos acompañan? Que somos nuestras referencias lo pienso cada vez que me parece imposible que la Cultura sea tan sabia como para saber lo que nos pasa, cómo sentimos, y me da por autoconvencerme de que es al revés, de que somos nosotros los que nos vamos convirtiendo en lo que vemos, en lo que escuchamos, en lo que leemos…
En Alline Parker o Marcos Amable, por ejemplo, los protagonistas de ‘Anotaciones circulares’, la novela de Iban Petit.
He de confesar que lo primero que me llamó la atención de ella fue que Javier Sánchez, de La Buena Vida, hubiera compuesto una canción para ella. Luego me topé con su luz, que todo lo inunda, y la banda sonora de mi vida se quedó al margen, cegada.
«El ejercicio de escribir ‘Anotaciones circulares’ fue sobre todo un reto. Quise construir una historia completa, entretenida y con un trasfondo que me permitiera contar lo que pretendía. Casi nada. Pero al mismo tiempo no quería que fuera ni intensa ni extensa. Buscaba una historia pequeña, impresionista, con mucha luz, y en la que el lector se viera reflejado y viera activados la mayor cantidad de sentidos. Por eso es una nouvelle. Y por eso también hay referencias constantes al color, al olor, a lecturas pasadas, a canciones… pero no como elementos meramente decorativos. La intención era que formaran una parte esencial de la construcción de los personajes y de la propia narración de la historia», me cuenta Iban.
¡Y qué personajes! Por un lado, Marcos, que ha pasado de la treintena y sueña con otra vida, quizá menos ordenada o cuadriculada, o menos aburrida, o más artística, donde todos los días dejen de parecer un gigantesco, y temible, día de la marmota. Por otro, Alline, a quien conoce de forma casual. Una pintora que le abre una ventana a un mundo diferente, más libre. Sin tantas ataduras. O paradas de autobús.
Juntos, a través de las palabras de Iban Petit, y con unas pistas de sonido deliciosas, nos harán reflexionar sobre la vida, nuestra identidad, nuestros sueños, la creación y la destrucción antes y después de la muerte. Y, cómo no, el amor, el lugar en el que quizá se encuentren todas ellas con mayor intensidad.
‘Anotaciones circulares’ ha sido publicada por Expediciones Polares, la editorial que Iban Petit ha puesto en marcha y que no debemos perder de vista, pues también nos ha dejado, de momento, otro libro en el que perderse, ‘Hambre a borbotones’. Y como últimamente dudo entre qué es más romántico: si escribir o editar, le pregunto a él, que lo tiene claro: «Escribir, sin duda. Poder hacer que una idea que ha surgido en tu cabeza pase poco a poco al papel, darle forma día a día, verla terminada y finalmente poder contarla a quienes te rodean es algo indescriptible. Editar forma parte de otra realidad. Más industrial, quizá. Para mí los dos aspectos realmente bonitos de editar son por un lado el hilo directo que tiene con la escritura y los escritores, y por otro, que es la actividad que permite sacar a la luz historias que hasta entonces habían permanecido escondidas. Es como tener un superpoder».