‘Un monstruo viene a verme’… Y no me dice nada

Confieso que acudí al cine procurando que la identidad del director no afectara a mi predisposición negativa ante la proyección. Prometo que lo intenté incluso con altas dosis de triptófano, pero fue comenzar la bobina a rodar y pronto advertí que me iba a convertir en cuanto me sentara delante del ordenador en el Carlos Boyero de JA Bayona, con mucho menos mérito que él por la dificultad que conlleva menospreciar a Almodóvar y lo sencillo que es sentirse defraudado por Jota.

Hay monstruos adorables como Sullivan, o entrañables como Triqui.  Los hay maléficos como Chucky o Critter y después está Liam Neeson: un tejo andante mal copiado del universo Tolkien —tan bien plasmado por Peter Jackson, especialmente en ‘Las dos torres’—  y que a mí no me dice nada.

En toda película hay una parte artística y otra de industria, eso es algo que me parecía incuestionable, pero este nuevo telefilme para una tarde lluviosa de domingo me ha hecho recapacitar: Un artista debe tener alma, al menos así lo veo yo, si no la tiene o la pierde convertirá su trabajo en artesanía, también muy meritorio pero muy lejos de remover los sentimientos del espectador.  Igual que pongo en duda la parte artística del conjunto de la obra, de la parte industrial no tengo ninguna queja, especialmente en la excepcional labor comercial de este producto de marketing de manual donde sus cinco P están clarificadas con excelencia.

Tras realizar algunos videoclips para míticos grupos de la escena española —quién no ha chocado al volante en una feria mientras voceaba eso de «su corazón es indomable y no me quiere»…— Bayona se atrevió con su primer largo en 2007, ‘El orfanato’. Otra película de relaciones madre e hijo que es el leitmotiv común de sus tres trabajos. Sí, también en ‘Lo imposible’. Supongo que estos argumentos trágicos pueden tener relación con algún miedo oculto de juventud que aflora en la madurez y que Camela no permitía extraer a pesar de los continuos desamores de sus canciones.

Me voy a centrar porque me desvío del tema principal que es narraros algo de ‘Un monstruo viene a verme’, pero la verdad es que no tengo mucho que contar. Una película plana, sin alma, donde una mujer enferma terminal, Felicity Jones, con una relación no muy cercana a su madre y divorciada del padre de su hijo, intenta buscar la manera de hacer su marcha inminente lo más sencilla para su niño. Éste recibe la visita de un árbol —que por su aspecto seguro que quiso ser un ent pero no fue admitido por Bárbol—, el cual  se dedica a contarle tres historias para poder escuchar la cuarta de su propia boca tras el aprendizaje que presupone le acarrearán las primeras. Vamos, un coñazo.

Del aspecto técnico voy a destacar la parte de Fx, de sonido y la dirección de fotografía, no todo iban a ser pegas. Aunque debo volver a ellas, porque los actores no han tenido tampoco ninguna inspiración, a excepción del niño Lewis MacDougall en su papel de Conor O’Malley que hace un trabajo bastante solvente. Y como leí tras el Festival de San Sebastián es una pena que Sigourney Weaver ya sea abuela —la de Conor— y tenga una prejubilación tan triste.

Tras esta diatriba no queda más remedio que esperar a un nuevo proyecto de JA Bayona para autoflagelarme —menos mal que no es muy prolífico el chico— porque, aunque mi fe por él es nula, cuando vuelva a estrenar acudiré a las salas para contaros algo de un bebé de Indominus que es perdido por su madre. Sí, la próxima creo que es de dinosaurios e iré con mi sobrino Aleix para que al menos alguien disfrute. O ni eso.

bluebird Comunicación
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1 Comentario

  1. Totalmente de acuerdo. Ayer fuí a verla y me salí porque es absolutamente infumable. Me recordó el fiasco del Laberinto del Fauno. Uffff!!!

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