Misiva a Sofía

Querida Sofía:

Te escribo estas líneas sentada en tu sofá. Soy tu vecina y deseaba hablar contigo pero, al no estar en casa, he tenido que forzar la cerradura de tu puerta. No debería ser mucho problema reparar el marco, con algunas maderas nuevas. Tampoco te preocupes demasiado por el perro, la mancha de sangre es más aparatosa que lesiva.

Quería expresarte mi preocupación por lo que el señor Gaarder lleva un tiempo haciendo contigo. Las largas conversaciones que mantenéis no me parecen muy correctas ni creo que sea sincero ni honesto cuando permanecéis hasta altas horas de la madrugada con la luz de tu cuarto encendida. Aunque te haya presentado una cara conciliadora y pedagógica, Jostein esconde un oscuro interior detrás de su hirsuta barba y conoce el noble arte de engarzar palabras que oculten sus perversos intereses.

Seamos sinceras, Sofía. Tú ya tienes unos años, tantos que tus gemidos han dejado de provocar comentarios en la escalera. No es momento de dejarte creer en cuentos fantásticos, sino que escribas tu propia vida, no la que Gaarder ha decidido para ti. Si fuera por él, mantendríais esta perniciosa relación durante mil años, acunándote cada noche y abandonándote por la mañana. Te llena la cabeza con el suficiente aire para que respires hasta la noche siguiente. Estás siendo utilizada. Lo sabes y se lo permites.

Sus visitas no son al azar, sus preguntas no están sacadas de una chistera mágica, sus motivos —por mucho que duela decirlo— no se centran en ti; dulce niña, esta es la cara oscura de la adulticia. Más allá de la nocturnidad y los orgasmos se extiende un reino obsceno, un territorio donde las más bellas historias son vendidas a quien puede pagarlo. La cantidad de personajes que son sacrificados en estos horrendos altares se cuentan por centenares, miles… Lo llaman “mundo editorial”, cumbre de la Civilización. Y tú has sido el precio que Jostein ha pagado para entrar en él, un óbolo al dios de la Cultura.

El Mundo de Sofía‘ —así tuvo el descaro de llamarlo, cuando publicó vuestras intimidades en el 91— es una recopilación de los iconos de la filosofía con la secreta intención de reflexionar sobre la educación y los diversos trucos que el profesorado puede emplear para trasladar lecciones arduas y complicadas a cerebros volubles y desiderativos. Si en algún momento tú aprendes algo útil sobre los diversos pensadores, alguna receta para encontrar la felicidad o conjurar el mal de ojo, mejor para ti; pero eso será algo que, como diría cualquier cabeza lectora, te incumbiría solamente a ti.

El auténtico zumo de tu vida ha sido saboreado por otras lenguas. Exactamente 54, sin contar idiomas no-humanos o alienígenas. ¿Qué sentiste cuando tus noches eran conocidas en todo el globo terráqueo? ¿Te dijo algo Jostein sobre las veladas que no pasaba contigo aquellos días? Bertrand, el pescadero, es un incondicional de Gaarder, y recuerdo cómo iba cambiando las fotos que tenía junto a la caja registradora, a medida que su ídolo acudía a una nueva fiesta con motivo de su libro. Todas pensábamos en la pobre Sofía, sola en su piso, sin querer salir. Te juro que nosotras íbamos a buscarte con las mejores intenciones, pero reconozco que lo del marinero borracho fue un poco excesivo. Menudos gritos diste cuando aporreó tu puerta.

Creo que tengo la serpiente en el acuario, seré breve.

Lo que Jostein no quiere decirte, ni mucha gente al parecer, es que la filosofía puede resumirse aquí en Noruega, como en España, como sigue: “Consejos doy, que para mí no tengo”. Entiendo que es duro decirlo, pero podrás soportarlo. Sin entrar en lo mal que les ha ido a quienes se han dedicado a la filosofía —no todas fueron propietarias de la cama en la que murieron—, debes saber que la filosofía no es la auténtica sabiduría, sino que es amiga suya. Todas esas teorías y construcciones en el aire que se inventan, no son propiedad de las mentes filosóficas, sino de sus relaciones con otras mentes, son fruto de su tiempo. Ahí reside la auténtica sabiduría. Y tú eres parte de esas otras mentes. Tú también eres esa persona sabia que la filosofía necesita escuchar. Tú marcas el ritmo del tiempo.

Sal de tus páginas, Sofía. Ahora toca volver a crear el mundo, a tu imagen y semejanza.

Un abrazo.

P.D.: No te pierdas la próxima reunión comunitaria, ninguna ha declarado su falta de asistencia. Será como siempre en el sótano 3, junto al incinerador. Llevaremos ahumados.

<<Extraído de las pertenencias personales de un
desahucio en Oslo, Noruega, para Filosofía Círrica.>>

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Treintaytantos, persona humana. In-útil por naturaleza, siempre tengo una opinión susceptible de ser falsa. Escribo por impulsos, como dicen que es la vida. Vecario en Tomalatele-TeleK.

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