Una manzana por cada víctima de la violencia machista. Así es la propuesta artística de Claudia Frau que lucha contra esta lacra y que puede visitarse hasta el próximo 2 de abril en el Centro de Arte Rafael Botí de Córdoba. ¿Su nombre? ‘Ni una más’.
«Este es un proyecto que he convertido en un compromiso anual conmigo misma. Es decir, seguiré haciendo esta instalación una vez al año para recordarlas, para exigir que haya cambios en la legislación, para que eduquemos de otra manera a los niños y para que nos repensemos como sociedad. Algo estamos haciendo mal si después de tantos años de «civilización» hemos llegado a esto. Pero, eso sí, mi deseo máximo es no tener que volver a hacer la instalación, que no haya más feminicidios, que no haga falta ni una manzana más para recordar esta vergüenza», me explica Claudia.
El proyecto, que visibiliza la violencia machista en sus últimas consecuencias —hombres que asesinan mujeres—, comenzó en 2015 en una exposición colectiva en la fundación Antonio Saura, en Cuenca, «en la que mi aportación era una única manzana clavada a la pared con un cuchillo en representación de todas», recuerda Claudia.
A comienzos de 2016 realizó la instalación completa en la Fundación Valentín de Madariaga, en Sevilla, donde pudieron verse 57 manzanas, correspondientes a las 57 víctimas de violencia machista «oficiales» de 2015. «Para la que he realizado este año en el Centro de Arte de la Fundación Rafael Botí de Córdoba estos han sido los datos con lo que he contado: 44 son los asesinatos oficiales por parejas o ex parejas de las víctimas —que son los únicos que el estado contabiliza—, pero hay 13 casos más que de momento no son oficiales, algunos porque están siendo investigados. A estas cifras hay que seguir sumando diez asesinatos no íntimos, cuatro infantiles, 13 de familiares (hijos, primos, yernos…), seis por prostitución… En total, 105 feminicidios ocurridos en 2016. En esta ocasión he contado tanto las cifras «oficiales» como las que no contabiliza el estado, que para mí son igual de importantes y quiero visibilizarlas también. No quiero que se olviden y que se conviertan en simples estadísticas de un año para otro». ¡Bravo, Claudia!
105 manzanas y, de repente, la cabeza me transporta a una película de Disney, al amor romántico, y tóxico. Le pregunto a Claudia si hay algo de todo esto en el fondo de su representación artística: «Claro. Disney que es una de las grandes culpables de esas ideas que tenemos todos de princesas pasivas que esperan a sus príncipies, que son quienes las rescatan, porque ellas solas no pueden. Siempre hemos pensado que eran inofensivos cuentos y de inofensivos no tienen nada, nos educaron con eso y se sigue educando con eso, formando en nosotros un ideal de hombre, mujer y de relaciones totalmente falso y obsoleto. Y esa puede ser otra lectura de la instalación: matar el cuento».
Sin embargo, no hay más que echar un vistazo a nuestro alrededor para darnos cuenta de que esas soluciones todavía tardarán en llegar. Por ejemplo, los titulares de los periódicos todavía están empeñados en que nos morimos, no en que nos matan. «Hasta después de muertas seguimos siendo culpables de morir. Igual que los cuentos, la música, las películas, los libros o la televisión, la prensa nos educa en valores, nos pone ejemplos de lo que es socialmente aceptable y con esas ideas nos vamos construyendo. La prensa y todos los medios de comunicación forman la opinión de una gran mayoría de la población de manera inconsciente nos dicen lo que está bien y lo que está mal, siempre según ellos, claro», asegura Claudia, añadiendo que en el caso de las violaciones es igual, o incluso peor: «Se juzga la ropa, la hora, el sitio, si había bebido, si cerró bien las piernas, su relación con el agresor… Pero casi nunca se condena de manera directa que el hombre se ha creído con el derecho de hacer lo que a él le daba la gana en contra de la voluntad de la mujer y que eso sí está mal. Con esto y muchas más cosas me doy cuenta que se nos ha educado a las mujeres, desde que somos niñas, a tener cuidado de los hombres en lugar de educarnos a hombres y mujeres en el respeto mutuo y en una igualdad real».
Estamos de acuerdo. Lo terrible no es ya que se haya hecho, sino que se sigue haciendo. Así las cosas parece complicado erradicar, de una vez por todas, la violencia machista de nuestra sociedad, aunque Claudia tiene un par de ideas que cree que ayudarían —¡ojalá!—: «Siempre que hablamos de sociedad lo hacemos como algo lejano a nosotros —por ejemplo, ‘vivimos en una sociedad enferma’ o ‘la sociedad nos obliga a seguir ciertos estereotipos’, y, aunque lo que voy a decir es lo más obvio del mundo, parece que se nos olvida que la sociedad la conformamos todos. Entonces también nos tenemos que mirar cada uno y ver qué estamos haciendo mal o qué podríamos mejorar o en que podríamos ayudar para mejorar. Y ese pensamiento me llevó a mirarme a mí misma y a hacer estas obras para poner mi granito de arena, pero también a descubrir en mí muchas ideas que me han sido de alguna manera impuestas. Por ejemplo, me di cuenta que me infravaloraba muchísimo, que yo solita me ponía en segundo lugar, que pensaba que mi trabajo no era importante… Esto a su vez me llevó a descubrir que ese pensamiento no me venía por la educación que me había dado mi madre, ya que es una mujer fuerte que me sacó adelante ella sola y viajamos por medio mundo juntas. Venía de toooodo lo demás que nos educa y no nos enseña a triunfar a las mujeres y mucho menos a querernos y a valorarnos. Se nos enseña a ser mártires, cuidadoras de otros y a poner las necesidades de los demás por delante de nuestros deseos. Sin embargo para los hombres es al contrario, se les enseña a triunfar. Muchas veces para ellos también es una losa demasiado grande, he visto a muchos hombres paralizados por el hecho de no poder encontrar un trabajo, eso es síntoma de que con ellos tampoco van bien estas imposiciones. Así que creo que deberíamos encontrar un equilibrio para todos. Vivimos en un mundo que nos exige mucho por muy poco y no nos deja casi espacio ni para pensar a dónde vamos como individuos y, mucho menos, colectivamente».
‘Ni una más’ puede visitarse en el Centro de Arte Rafael Botí, en Córdoba, hasta el próximo 2 de abril, de martes a sábado, de 10 a 20.30 horas, domingos y festivos de 10 a 14 horas.