A veces somos testigos de cosas que pasan sin esperarlas y que están ahí. Y suceden porque hay personas con nombres y apellidos que se arriesgan a provocarlas.
Y esto sucedió en un Sónar hace poco más de una semana. Gracias a un equipo de profesionales casi todos anónimos y de mano de un grupo de los grandes: Massive Attack.
Massive Attack actuó un par de veces en la ultima edición del Sónar en Barcelona. Una en el concierto llamado inaugural, al que yo denomino Sónar de los pobres. Una suerte de ensayo general en el que se acude por invitación después de haber recolectado treinta etiquetas de cerveza. Así que camareros y camareras, amigos y familiares de estos, bebedores de cerveza compulsivos y algún enchufado que otro pueden asistir y disfrutar de un grupo local, el cabeza de cartel y un Dj para ir cerrando.
Rara vez tengo la oportunidad de ver un espectáculo tan impresionante. Después de los Delorean, Massive Attack entró con fuerza y su repertorio musical fue acertado y en su línea. Todo genial si no hubieses sido por las distorsiones de sonido que destruyeron los tímpanos de las primeras 60 filas.
No sé cuánta gente vino, tenia cosas mas importantes que hacer que ponerme a contar gente, pero la nave de la Fira 2 estaba llena. Pero lo que realmente fue espectacular fue la videoproyección que aparecía al fondo del escenario, que según me ha dicho una amiga, repitió y mejoró el sábado. Una puesta en escena sencilla en su formato, pero perfecta en su efecto y su contenido.
El montaje empezó con una lluvia de marcas de multinacionales y signos. En inglés, castellano y catalán se fueron sucediendo una serie de flashes sobre la situación social mundial y local. Pudimos ver comparativas reales sobre presupuestos militares y presupuestos sociales, el coste del Mundial de fútbol. También a modo de noticias a la chica que se mató haciendo un selfish, el coste de un kalashnikov en Siria, el coste de la boda de nosequién. Guiños como “Shakira y Piqué, ¿prohibido hacer el amor en el mundial?”…También apareció un listado de las palabras más buscadas en Google, lo que nos sacó la sonrisa irónica de quien se da cuenta de lo absurdos que somos. Todo en formato teletipo y cada vez a un ritmo más frenético.
El ritmo de la críticas también iba in crescendo con una serie de palabras confrontadas:
poesía vs eslóganes
música vs industria
seguridad vs libertad
democracia vs capital
ciudadanos vs clientes
También se habló de uh hipotético futuro:
El invierno llega, Felipe VI abdica
Can Vies se traslada al Castillo de Montjuic
Todo ello mientras entremedias aparecía Podemos. ¿Podemos?
¡A más de uno se le puso la piel de gallina!
Mientras, el público ovacionaba y aplaudía, relegando la música de Massive Attack a excelente banda sonora del espéctaculo visual.
¡Todo el mundo pensando! ¡Todo el mundo con la sonrisa en los labios! ¡Todo el mundo gritando!
En resumen, toda una clase magistral de cómo hacer pensar y actuar a la gente sin resultar panfletario. La envidia de cualquier persona que haya trabajado en campañas de concienciación social
Todos nos preguntábamos quién había detrás de tan magna obra. Y es que, ¿cuándo nos hemos preguntado quién había detrás de todas esas horas de creatividad que conlleva cualquier videoproyección?
Quise indagar. La obra era tan brutal, que si Felipe de Borbón hubiesese estado ahí incluso él se hubiese puesto a pensar sobre la necesidad o no de abdicar.
¿Quiénes eran ellos?
La respuesta: la voluntad y autoría de Massive Attack. Y la traducción, adaptación y coautoría desapercibida de Eduard Escoffet, poeta. Tuve la suerte de conocerlo hace muchos años y me quito el sombrero. Por el montaje y por seguir su camino como activista de la poesía alternativa contra la industria cultural. En un acto de masas. ¡En un Sónar! ¡Sí!¡Olé!
Felipe VI seguramente no pensará en nada (claro él no estaba ahí), pero nadie de los que estaban viendo aquello quedó indiferente. Quizá se consiguió dar un empujoncito a varios a sumarse a cambiar las cosas. ¡Buena falta hace!
Yo continúo pensando. ¿Dónde están los artistas con todo lo que está pasando? ¿Dónde está su creatividad y sus aportaciones? ¿Cuándo la mayoría de ellos dejarán su ego aparte para ayudar a generar un cambio colectivo?
Y es que el arte moderno ha muerto, ¡el nuevo arte será social o no será!
Gracias Eduard Escoffet, gracias Massive Attack. Gracias por demostrarnos que el arte no está reñido con la denuncia política. Ni la estética reñida con el contenido. Ni los llamamientos a la conciencia reñidos con los grandes eventos de masas
Gracias Sónar por darnos de comer a los pobres. Y gracias por, sin quererlo, también darnos que pensar.
La ilustración que acompaña a este artículo es de Miriam Freixas ©