Penélope perfecta. Simple y llanamente, no hace falta más palabras para describir el último trabajo de la actriz española más internacional y galardonada. Pe está sencillamente maravillosa en el que probablemente sea el papel más completo de su extensa carrera, aunque puede que algunos prefieran a la Raimunda, a la hermana Rosa, a Italia, o a su trabajo más premiado como la María Elena de ‘Vicky, Cristina, Barcelona’.
Penélope está perfecta, sí, ya sé que lo he dicho, pero es que ella sola (al igual que ya escribiera sobre Marion Cotillard meses atrás) levanta el último título de Julio Medem. ¿Cuál es la diferencia con el resto de mujeres que ha interpretado? Que Magda fácilmente podría ser tu Ma ma, tu mujer, tu hermana o tu hija. Es una mujer real, con una vida real y con un problema más que real que afecta a una de cada ocho mujeres, y la madrileña nos la regala en cada minuto de los 111 que tiene el metraje.
Penélope se come la cámara en cada primer primerísimo plano que tiene la película, consigue que olvides que es ella y te hace creer que es Magda, consigue sacarte una risa y una sonrisa en cada frase o en cada gesto, llena la sala de cine con el brillo de sus ojos y con la luz de su mirada y, por supuesto, consigue que empatices con ella, con su enfermedad, con su entorno y con su familia, que pasa a ser durante un tiempo la tuya.
Penélope es Ma ma de principio a fin, y Julio Medem consigue como nadie sacar lo mejor de cada actriz con la que trabaja. El director vasco nos sirve un canto a la vida, con su narrativa y esa forma tan particular con la que cuenta sus historias, con sus planos imposibles y con los colores que siempre le acompañan en su filmografía, toda una paleta de azules y blancos con los que el director pinta como nadie.
Penélope también tiene a Luis Tosar y a Asier Etxeandia, dos perfectos compañeros de viaje que sería injusto no mencionar. El primero en su línea, todo lo que hace lo hace bien. El segundo, un premio a la perseverancia y al trabajo duro, porque no todos los días ruedas con un genio como Julio Medem, que dirige a la perfección a todos los actores con los que trabaja (y buena parte de culpa del perfecto trabajo de Penélope es de él).
Como final a este post y a título personal, quiero resaltar la enorme alegría que me dio volver a ver a Silvia Abascal en un cine, volver a ver sus ojos, su mirada y su sonrisa en ‘Ma ma’ lo dice todo.