‘Los Vengadores: Infinity War’, según alguien fácilmente impresionable (sin ‘spoilers’)

‘Los Vengadores: Infinity War’, según alguien fácilmente impresionable (sin ‘spoiler’)

Reconozco que, para escribir estas líneas, he puesto de fondo la magistral banda sonora de ‘Los Vengadores: Infinity War’, de Alan Silvestri. Y lo he hecho porque era la mejor manera de trasladarme, por un momento, a la butaca de la sala de cine en la que gocé, sin ninguna duda, de una de las mayores experiencias cinematográficas que he vivido.

El segundo párrafo lo encabezará un segundo reconocimiento: soy fácilmente impresionable en materia de cine de superhéroes. Sí, soy de esos a los que les gustó ‘El Escuadrón Suicida’ y se emocionó al máximo con ‘Batman V. Superman’. Somos pocos, pero bien avenidos. Por lo tanto, tenía claro que la nueva película de Marvel me iba a gustar sí o sí. Vamos, no existía ninguna duda de ello.

Sin embargo, y vamos con el tercer párrafo, para nada me imaginaba que la cinta de los hermanos Russo iba a regalarme momentos tan intensos, inolvidables e inesperados que, sin duda alguna, han dejado marca en mí como gran consumidor de cine de superhéroes. Y de cómics, por supuesto. Era una tarea complicada, porque estamos ante el mayor crossover de la historia de la gran pantalla —hablando de superhéroes, claro— y podía ser una complicada y extraña mezcla que se hiciera larga durante las más de dos horas y media que dura la película. Pero nada de eso.

El espectador salta de mundo en mundo y de escena en escena con la intranquilidad de desconocer cuál será el siguiente paso. En mi caso pasé de la admiración a la sospecha, del desasosiego a la esperanza, del miedo a la alegría, del pánico a la victoria, de la derrota a la ingenuidad o de la ilusión al drama a lo largo de lo que dura esta aventura de Los Vengadores. Y no he puesto estas sensaciones en ningún tipo de orden, por supuesto.

No recuerdo una película que hubiera despertado en mí tanta expectación y hubiera colmado tanto mis propias expectativas. Desde el momento en que uno descubre el nuevo traje de Iron Man —Robert Downey Jr., no nos dejes nunca, nunca, nunca jamás—, hasta la aparición sucesiva de muchísimos de mis personajes favoritos del mundo del cómics, pasando por el reencuentro por mi hoy amado y antes odiado Capitán América, todo lo que sucede en ‘Los Vengadores: Infinity War’ está en su justo momento, en el instante adecuado.

Vuelvo ahora a la música. Silvestri hace un trabajo impresionante para contar con acordes una epopeya coral que es poesía pura para los locos de Marvel. Sí, he dicho exactamente eso: poesía pura. ¿Exagerado? Probablemente. Pero las sensaciones que la película de los Russo dejaron en mí son tan tremendas que ahora no sé si quiero volverla a ver enseguida, esperarme unos meses o no volver a abrir este tarro hasta mayo de 2019 cuando se estrene la segunda parte.

Antes de acabar voy a hacer un pequeño paréntesis en dos personas. Por un lado está el Doctor Strange. Si ya me había gustado en su película de presentación y en su aparición en ‘Thor: Ragnarok’, en esta nueva entrega de Los Vengadores, Benedict Cumberbatch está sencillamente espectacular. Y luego está él: Thanos. El malo más malo de todos los malos (vamos a imaginar que no existe Darth Vader, por supuesto) es uno de esos personajes que permanecerán perennes en ese olimpo en el que el cine guarda a sus villanos. Larga vida a Josh Brolin, ni más ni menos.

Y voy finalizando ya esta crítica tan poco objetiva de un amante de Marvel, Iron Man y todo lo que huela a cómic en la gran pantalla. Y qué complicado es hacer esto sin contar el más mínimo spoiler, ojo.

‘Los Vengadores: Infinity War’ suponen el paso necesario de toda esta saga. No se me ocurre mejor manera de entroncar tantas historias, tantos personajes con las ilusiones de millones y millones de fans a lo largo y ancho de todo el planeta. Y de todas las galaxias, claro. Quizás, y solo quizás, estemos ante la mejor película de superhéroes de la historia, con permiso de ‘El Caballero Oscuro’, hasta mayo del año que viene. O eso espero.

Por último, si tuviera que escoger una palabra que la definiera, desde el principio hasta el final sería sorprendente. Sí, es absolutamente sorprendente. Pero claro, yo soy fácilmente impresionable…

La ilustración es de Manu Jurado ©

bluebird Comunicación
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