Es curioso. A finales de junio y principios de julio empieza el bombardeo de libros para leer en verano, cuando hay más tiempo para perderse en la Literatura y en parajes diferentes a los habituales que invitan a soñar y a reflexionar más que un vagón de metro cualquiera. O eso dicen…
Sin embargo, aterrizamos en septiembre y no hay recomendaciones más allá de los lanzamientos de cara al otoño de las editoriales. Pero sigue siendo importante perderse en la Literatura, en los lugares de siempre para escapar de la rutina o ahogarnos más en ella. Quizá maldecirla, escupirla y así, con la conciencia tranquila, continuar con nuestras “vidas irremediablemente vacías”.
Estos son cuatro de esos libros que no te harán más llevadero septiembre:
Jóvenes corazones desolados: Richard Yates (que estás en los cielos…) es un experto en pegarle un puñetazo donde más duele a nuestras confortables vidas y sus amables sentimientos. Aquí nos presenta la ru(t)ina de Frank y Lucy, un matrimonio con pretensiones artísticas que se dejan llevar por la inercia de los días, por su desamor y por nuevos amores sin conseguir absolutamente nada, ni siquiera un final trágico que les otorgue, por fin, el reconocimiento que creen merecer.
Trainspotting: “Elige pagar hipotecas; elige lavadoras; elige coches; elige sentarte en un sofá a ver concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu, atiborrándote la boca de puta comida basura”. Demasiado real como para no empatizar. Demasiado terrible como para no pegar un golpe en la mesa y derribar la puerta de una patada. Así es la novela de Irvine Welsh que nos presentaba a una juventud con un futuro incierto o directamente limitado. Verdades como puños que vuelven a estar de actualidad.
El club de la lucha: Una manada de frustrados, un redil de consumistas, un rebaño de infelices en una sociedad enferma y la maestría de Chuck Palahniuk creando a ese genio perverso llamado Tyler Durden, que David Fincher llevó al cine, que de vez en cuando se posa en nuestro hombro invitándonos a hacer lo que tendríamos que haber hecho ya. “Tenemos trabajos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos”. Nada más que añadir. ¿Inconformismo? ¡Qué va! Esto va mucho más allá.
Hacia rutas salvajes: En abril de 1992, Chris McCandless, de 24 años, se fue solo a Alaska después de haber abandonado su coche y regalado todo su dinero. Soñaba con una vida diferente, una vuelta a los orígenes, una existencia salvaje. Cuatro meses más tarde, unos cazadores lo encontraron muerto. Jon Krakauer difunde en este libro su historia, su particular visión del mundo, su idealismo, su coraje y la incomprensión de muchos. Es lo que pasa con los genios, que pocas veces son entendidos.