En la misma semana en la que los Reyes Magos nos dejan toda la magia posible para enfrentar este nuevo año que se avecina lleno de recortes de la mejor manera, damos un repaso a cinco regalos con los que acertar seguro: Cinco novelas gráficas que, en realidad, son joyas. Porque no sabemos si los diamantes son para siempre, pero la buena literatura lo es.
‘Maus’, de Art Spiegelman
Un clásico entre los clásicos. La obra cumbre de Art Spiegelman jamás pasa de moda, por calidad y por necesidad. Hablamos de la única novela gráfica galardonada con el premio Pulitzer, de una narración —oscura y descarnada, bajo una apariencia un tanto infantil— que narra el horror de un campo de concentración nazi.
Decía de ella Umberto Eco: «Poco a poco, a través de este pequeño cuento que incluye sufrimiento, humor y superar las pruebas de la vida cotidiana, quedas cautivado por el lenguaje de esta vieja familia del Este de Europa y atrapado por su ritmo gradual e hipnótico. Cuando terminaste da pena haber abandonado este mundo mágico».
‘Ghost World’, de Daniel Clowes
Estamos ante la ternura de la verdad. La que nos presentan Enid y Rebecca, dos amigas que se enfrentan a ese complicado reto de hacerse mayor, llegar a eso tan extraño llamado madurez, a través de un camino que no suele ser fácil. La impulsividad, el escepticismo, la ingenuidad van apareciendo, página a página, recordándonos quiénes fuimos. De alguna manera, quiénes seguimos siendo.
Decía de ella el librero Isaac Murciego: «Cuando la adolescencia parece estar llena de fantasmas hay que dar el paso al mundo real. La historia de dos amigos a través de la visión siempre tan particular (o incluso surreal) de Daniel Clowes».
‘Black Hole’, de Charles Burns
Otro clásico que nos llena de oscuridad mientras algo magnético nos impide separarnos de él. La obra cumbre de Charles Burns cuenta una extraña epidemia que, a mediados de los 70, comenzó a afectar a los adolescentes de los suburbios de Seattle. Alguno se convirtieron en monstruos y, más terrible todavía, una vez que contraías la infección no había marcha atrás. Así, entre el terror y la ciencia ficción, se suceden profundos matices que hacen de este cómic una obra maestra del género. Otra vez en torno a la madurez, pero sin ápices de ternura. Crudeza en estado puro.
Decía de ella el crítico de The Times Peter Miller: «No os equivoquéis: Estamos antes un libro desolador que intenta desesperadamente introducir una nota de optimismo en la resignación. También es brillante».
‘Sin City’, de Frank Miller
Tan brutal como divertida, pero, claro, hablamos de Frank Miller. Y, probablemente, estamos ante su obra maestra y es difícil decidir qué es más brillante, si los dibujos o los diálogos: «El Infierno es vivir cada día sin saber la razón de tu existencia».
Decía de ella Guía del Cómic: «La primera historia de ‘Sin City’ retomó el género negro, que estaba literalmente muerto en el mercado estadounidense desde hacía décadas; dejó el color a un lado para realizarlo en blanco y negro, lo que habitualmente se reservaba para los cómics «alternativos» de poca difusión; desafió a la censura dibujando desnudos y escenas violentas que Frank Miller se había visto obligado a suavizar en sus trabajos para Marvel y DC; y, lo más importante, creó un mundo propio, una estética nueva y un ritmo narrativo alejado de lo que había estado haciendo hasta ese momento, y sin comparación con nada que estuviera haciendo ningún otro autor, comercial o no».
‘Intrusos’, de Adrian Tomine
Estamos, sin duda, ante una de las mejores novelas gráficas del pasado año. Y parece que no se quedará ahí. A través de seis historias interconectadas, oscuramente divertidas, Tomine desarma al lector con la emoción exacta para retratar la vida contemporánea no tal como nos gustaría que fuese, sino tal como es. La magia de lo cotidiano, vaya.
Decía de ella Rubén Lardín en eldiario.es: «Tomine es un cazador de rasgos, rutinas y conductas. No es raro que la inercia estúpida de un personaje o una delación automática de humanidad atrapada en sus viñetas nos haga intuir el reflejo exacto de quiénes somos».
Fotografía: Universidad EAFIT ©