Antonio Agredano es un cordobés afincado en Málaga que no para de hacer cosas. Escritor, músico y mucho más, forma parte junto a David Molina del grupo Catenaccio y también estuvo en aquella maravilla musical que era Deneuve. Ahora ha escrito ‘En lo mudable’ (Libros del K.O., 2014), un libro que trata del fútbol, de la vida, del amor, el desamor y las derrotas.
Este próximo viernes 14 de noviembre lo presenta en Madrid, en el Bar Otra Historia (c/ Limón 12), junto a otros escritores de Los Hoolingans Ilustrados en medio de un torneo de futbolín. No os lo deberíais perder. Nosotros de momento hemos hablado con él sobre fútbol, música y la vida para Murray Magazine.
¿Qué es ‘En lo mudable’?
‘En lo mudable’ es uno de esos exóticos objetos a los que llamamos libros. Un libro sobre amor y fútbol. Sobre mi vida en un ciudad como Córdoba, con un equipo como el Córdoba, con todo lo bueno y malo que estos elementos acarrean
¿Hasta dónde puede llegar el sentimiento por un equipo de fútbol?
La estupidez del ser humano no tiene límites. Eso afecta al fútbol también. En lo negativo. Por la parte positiva, que es la que más me interesa, identificarse con unos colores es hipotecar la vida cada fin de semana. Las derrotas duelen y las victorias alegran. Hay mucha gente que cree que el fútbol es de idiotas. A mí me pasa con mi equipo como con las buenas películas: si hay que llorar, lloro; si hay que reír, río. Y dios me libre de sentirme un estúpido por querer sentir cosas.
Esos teóricos del fútbol nos cuentan que el fútbol es como la vida en muchas de sus facetas. ¿Qué vida hay tras el fútbol para un aficionado?
Tendréis que leer mi libro. Intento explicarlo ahí. Espero haberlo conseguido. Spoilers: en el fútbol interviene el azar pero también el esfuerzo. Es un deporte hecho a la medida del ser humano. Es duro, agotador, pero puede llegar a ser extático. Es como la vida porque hay alegrías y hay penas, decepciones e historias rotas. Hay mucho de amor y mucho de trabajo. Es una vida en noventa minutos.
En la reseña de ‘En lo mudable’ se cita «un estadio como metáfora de la vida». ¿Cómo debe ser la vida dentro de estadios míticos como Anfield o La Bombonera?
Nunca he estado en esos estadios. No puedo imaginarlos. Os puedo hablar del Arcángel. Es un estadio pequeño e inconcluso. Humilde y frío. A veces se llena si el partido es importante. Y pasan cosas mágicas. Otras veces está destartalado y triste. Es un estadio para un equipo acostumbrado a pocas alegrías. Aún así, pese a ese aspecto de nave industrial que tiene desde fuera, es el nuestro. Y nos gusta. Por más feo que pueda parecerle a los demás cuando lo ves te das cuenta de que ahí dentro han pasado cosas importantes. Quizá livianas, quizá sencillas. También vale. El Bernabéu, que también conozco bien, es otra cosa. En las gradas más altas hay estufas. Los aseos están más limpios que los de la estación de trenes. Pero eso no lo hace mejor. A eso me refiero con que la vida es como un estadio. Da igual lo grande o lo pequeño. Dentro siempre hay una historia, la propia.
¿Cuántas emociones caben en un aficionado al fútbol?
Las mismas que en una buena canción, en una buena película o en un buen libro.
La portada del libro representa una maleta blanquiverde con el escudo del Córdoba. ¿Entiendes a esos locos que lo dejan todo por seguir a unos colores?
Sí. Los entiendo y me identifico. Dejarlo todo por algo siempre es algo a tener en cuenta. Dejar tu país para trabajar en el extranjero. Dejar a tu familia para seguir el rastro del amor. La renuncia a lo que se tiene nos define. Hay gente que vive demasiado apegada a sus pertenencias. No somos nada realmente sin lo que poseemos y eso es terrible. El fútbol es una emoción digna. Montarte en un autobús para ir a Murcia, a ese estadio periférico que es La Condomina y ver como tu equipo pierde. O gana. Da igual. Ir allí, horas de autobús. A la nada murciana. Eso es bonito. No movemos un dedo por nada. Si el fútbol te saca del sofá, bienvenido sea.
Hablemos del Córdoba. ¿Qué es para ti el Córdoba C.F.?
El equipo de mi ciudad. Soy del Córdoba porque nací en Córdoba. Si yo hubiera diseñado la camiseta no la hubiera hecho blanca y verde. Si yo hubiera diseñado el estadio no lo habría hecho así. Si hubiera fichado no habría fichado a unos cuantos de los que ahora juegan. Y ese escudo como la punta de una flecha. Pero es mi equipo. Son mis colores, mi estadio. En el himno hablan de “pasión infinita”, yo creo que ninguna pasión es infinita… Yo hubiera dicho “pasión ciega”. Por ahí van los tiros. Querer con una venda en los ojos. Perdonarlo todo. Amar en Segunda B y en Segunda y ahora en Primera casi por casualidad. El Córdoba es mi equipo pero no sé muy bien por qué. Y está bien así.
¿Cómo viviste el ascenso a Primera División hace unos meses? ¿Te bañaste en alguna fuente cordobesa?
Una vez me bañé en las Tendillas. Fue hace unos años cuando el Córdoba subió de Segunda B a Segunda. Este último ascenso lo viví en un coche compartido camino de Málaga. Por la radio. Es poco romántico pero así me tocó. Volvía con prisa de Pamplona. Fue un viaje largo. Había bebido mucho los dos días anteriores. Estaba triste porque creía que perdíamos. Celebré el gol con tres desconocidos. Cruzando Andalucía ya. Se veía la montaña del indio.
Aquel partido del ascenso frente a Las Palmas nos dejó algunas de las imágenes más lamentables de los últimos años en un campo de fútbol. Se escribieron muchas cosas sobre eso relacionadas con que fue una imagen muy detallada de la juventud actual. ¿Qué vida le espera a esos que ahora son jóvenes con este país que tenemos?
La juventud actual no es esa. La juventud actual es muchas otras cosas. Son cosas de viejos decir que ay que ver, cómo está la juventud. Tenemos un plan de estudios de mierda y universidades de mierda. Tenemos poco dinero y una televisión de mierda y una música comercial de mierda y bares de mierda y libros de mierda. Pero de todo eso sólo saldrán cosas buenas. Cuando creíamos que todo estaba bien la juventud era aún más imbécil. Tenemos el país que hemos querido tener. Tenemos un país que ha dado una mayoría absoluta al PP y que ahora le pone morritos a un partido enclenque y difuso como Podemos. Tenemos un país que ha especulado, que se ha hipotecado, que tiene dos coches, tres bicis que no usa, una tele enorme y mueblecitos de Ikea llenando cada esquina de su casa. Y eso no es la juventud, esos son los pasmarotes que con mi edad se mal casaron, se hipotecaron, se dejaron llevar por los tiempos de bonanza. Que se dejaron engañar por los bancos y las promesas del poder. La juventud es la que es. La juventud se forma. Yo me emborrachaba en Ciudad Jardín y llegaba a casa arrastrándome casi y mi vecina me veía y decía «ay que ver, ¡cómo está la juventud!». Pues yo he escrito un libro y esa señora está todo el día viendo el ‘Sálvame’ a todo volumen. Pero yo era el joven perdido y ella la señora respetable. Pensamos como viejos y somos injustos con ese increíble laboratorio moral que es la juventud.
¿Cuál sería el estadio de tu vida?
No sería un estadio. Sería un campo de tierra. De esos que había antes del césped artificial. Sin gradas. Sin puertas. Con mallas metálicas detrás de las porterías para que el balón no se fuera muy lejos. Con calvas de arena. Con piedrecitas que se clavaban en la piel cuando ibas al suelo. Con gente en chándal de pie rodeándolo. Comiendo pipas. Insultando al árbitro. Animando a los jugadores.
Cambiemos de tercio y dejemos el fútbol. Pasemos a la música. Primero en Deneuve, que tuvo varios temas muy futboleros (incluso un disco llamado ‘El codazo de Tassoti’). ¿Qué sentías al tocar ‘Saint Dennis 3:0’?
Deneuve siempre será el grupo de mi vida. Esa canción habla de amor, de un amor que escuece mucho. Cuando rompí con mi pareja hace años, con la novia más importante que había tenido, con la que vivía, con la que tenía un proyecto de vida… Cuando salió de casa y sabíamos que tras muchos años hasta ahí había llegado pensé: “sólo sin ti vuelvo a ser yo mismo”. En el peor momento de mi vida pensé en un verso de Deneuve, un verso de esa canción que nombras. En ‘Saint Denis 3:0’ había mucho de corazón. Gestionado torpemente quizá. Con Deneuve fueron diez años. Diez años donde aprendí mucho, donde disfruté y crecí. Es un período que añoro. Echo de menos hasta los infernales, tensos y maratonianos ensayos.
¿Cómo te suena una canción llamada ‘El cabezazo de Sergio Ramos’?
Como sonar suena fatal. Ese gol no me estremeció. Y la goleada posterior con el Atlético ya vencido me resultó hasta desagradable. Ser del Madrid ha perdido mucho encanto. No es culpa de Mourinho. Ganar aburre casi siempre. Ya lo había oído a amigos del Barcelona. Me decían “puff… hemos vuelto a ganar” cuando lo de Guardiola. Y yo pensaba en lo frívolo de quejarse de la victoria. Pero se entiende. El fútbol es tan maravilloso que a veces ni ganando uno se siente feliz. Esa final de Champions fue poco excitante, pese al gol, pese a que el Atlético de Madrid es un equipo al que no soporto. Lo vi en la habitación de un hotel en Galicia. Quería que ganara el Madrid pero si hubiera perdido quizá no hubiera pasado nada. Ramos es un jugador al que me costaría hacer una canción.
Al final seguimos hablando de fútbol… ¿Zidane era música?
Habría que preguntárselo a Mogwai, que pusieron BSO a un documental sobre él. Hay jugadores que me inspiran más que Zidane. No me moriré sin ver jugar a Rooney. Es, quizá, mi jugador actual preferido.
Y ahora en Catenaccio con David Molina, diseñador de la web y la imagen de esta Murray Magazine que te entrevista. ¿Jugáis en corto o os gusta el fútbol vertical?
Catenaccio es candado en italiano. Es un sistema duro, defensivo. De mucho juego al contraataque. Es calcio puro. Mi relación con David Molina es todo lo contrario. Jugamos con alegría, descuidando la defensa, dándolo todo. Recibiendo goleadas o ganando de cinco. Anárquicos y divertidos. Catenaccio es un nombre que no nos define. Tampoco al grupo, que es riesgo y salto sin red. Es parte de nuestro encanto. Jogo Bonito es un nombre feo para un grupo, Catenaccio mejor, aunque el primero sería más adecuado. David y yo somos muy amigos, nos pasamos el balón sin mirarnos. Como Laudrup. Como los gemelos Derrick. Ahora vivimos juntos compartiendo piso y oficina y estamos felices. Nuestros hígados menos.
Sois esos a los que un día se les ocurrió cantar el himno del Córdoba en inglés. Y se lió parda ¿Pensabais que sería para tanto?
No. No sabíamos que sería para tanto. Lo hicimos sin medir las consecuencias. Fue una broma, un entretenimiento y un homenaje a nuestros colores. Gustó mucho. Gustó muchísimo. Es una pena que los vampiros que llevan el negocio musical de este país nos amenazaran jurídicamente y tuviéramos que esconderlo en un baúl. Ahí está mejor. El talento mejor escondido. Así va el negocio. Así van ellos.
¿Y ahora? ¿Volveremos a disfrutar de ese himno de Catenaccio en las redes o en algún directo?
De momento tenemos cosas mejores que hacer que tocar el himno del Córdoba en inglés. Si queremos sacarlo nos tenemos que plegar a las condiciones de autor y editorial del himno. Y no hay ganas.
¿Por qué pasan ese tipo de cosas? ¿Los que tienen los derechos no ven todavía que, en la época de las redes sociales, es contraproducente para su imagen?
Hemos sido elegantes. Más de lo que solemos, incluso. Evitamos la polémica y nos plegamos a los mensajes que nos llegaban desde Queco –amables– y la editorial –desafiantes–. Lo único que me sorprende de todo esto es que el himno de un club de fútbol no sea propiedad del propio club o de sus aficionados sino de una empresa, terrorífica como todas las empresas que se dedican a la explotación del negocio musical. Que cada palo aguante su vela. Yo estoy en contra del pirateo, del trabajo gratuito y del todo vale. Por eso retiramos el tema y se acabó. Creemos que fue una medida absurda, pero lo hicimos. No es nuestra canción y punto. Pero hay que ser muy torpe para pensar que cercenando la creatividad uno está poniendo el negocio a salvo.
Yo os propongo una versión del himno del Madrid. El de toda la vida con lo de las mocitas madrileñas. ¿Cómo lo ves?
El Madrid hizo ya ese horroroso himno de la décima y yo creo que es suficiente ya para cualquier madridista con esa bofetada sonora. Tenemos otros proyectos, es más importante montar nuestras canciones, que es en lo que estamos ahora. Con nuestros propios temas ninguna vampiresa editorial nos escribirá amenazándonos con tribunales. Trabajamos más cómodos sabiendo que no somos delincuentes.
Antes de acabar, los próximos proyectos de Antonio Agredano son…
Ser feliz. Aún no sé cómo, pero me da que estoy en la buena dirección.
No sé si lo sabes, pero Catenaccio es uno de los grupos de cabecera en la redacción de Murray Magazine. ¿Una canción para Bill?
‘Bárbara’, del primer EP de Catenaccio es una canción capaz de emocionar a una rata de Bombay.