Puede parecer presuntuoso esto de escribir un artículo sobre mí misma. ¿Pero acaso no es puro ego subirse a un escenario a recitar versos? Ser, a través de las letras. O, simplemente, ser. Y eso es, precisamente, lo que voy a hacer esta noche. Acompañada de Jesús Malia, un gran poeta, y lo que es mejor, casi una rareza, una persona honesta. Un hombre que dice cosas hermosas (aquí podéis leer algunas que me contó a propósito de su poemario ‘Deriva’). Esta noche, el Café Gadir nos acoge a los dos —y a su ‘Deriva y a mi ‘Rouge’— y lo que surja.
Creo que una de las cosas más bonitas que se han dicho sobre mi poemario, la ha dicho Jesús esta misma semana en su cuenta de Facebook: «Si a eso se le llama realismo sucio, qué equivocado está el realismo limpio». A mí me cuesta decir bonito, me cuesta expresarme cuando algo me encoge el estómago. Para definir sus versos lo más adecuado será que recoja sus palabras, yo no tengo: «Cuántas veces no me habrá enseñado la poesía quién soy a pesar de mí».
Hoy ‘Rouge’ se va a la ‘Deriva’. Y no se me ocurre un lugar mejor.