Iron Chang vs. Obi-Wan

El Séptimo Arte está en un momento de delicada transición hacia un modelo de monopolios que definirán la industria en la próxima década. Así parecen anticiparlo algunos movimientos de fusión entre productoras que se vienen viendo en los últimos meses, más la ya consabida transformación de Disney en el monstruo definitivo, el Leviatán que amenaza con devorarlo todo.

La casa de Mickey Mouse es un mastodóntico conglomerado que aúna, entre otros, las franquicias de Marvel, Star Wars y Pixar. Casi nada. No parece satisfecha con ello y estoy seguro de que busca nuevos platos que degustar. En pocos años veremos que todos los estrenos americanos lo hacen bajo su nombre. Tiempo al tiempo.

Como contraposición al nacimiento de semejante titán encontramos las empresas chinas, poseedoras de una cantidad indecente de dinero y que ya han empezado a comprar productoras europeas, cadenas de cines y todo lo que huela a beneficios futuros. Es una tendencia que va al alza, como la de fijar objetivos en las carteleras chinas, pues se espera que en pocos años la recaudación mundial en el gigante asiático ya supere a la de Estados Unidos —la más potente a día de hoy—. Es inevitable que las estrategias converjan en el factor chino, ya sea con la temática de las películas —algunas ya han tenido problemas de censura, lo que ha acarreado pérdidas de recaudación— o introduciendo actores chinos en los repartos de las grandes superproducciones —Rogue One, por ejemplo—.

¿Y qué pasa con las películas? Pues que son fieles reflejos de lo que vaticinan los movimientos de quienes las crean. Marvel, por ejemplo, ya ha dicho que hará películas para siempre —tal cual— y Star Wars parece llevar el mismo camino. Las películas de bajo presupuesto cada vez tienen menos espacio, se hacen menos visibles y son menos rentables para quienes han de poner el dinero, con lo que se convierten en rarezas que irán escaseando a medida que pasen los años. Siempre habrá un lugar para ellas, pero terminarán siendo tan residuales como inaccesibles.

Ya lo estamos viendo: salas multicines en detrimento de los cines de barrio de toda la vida; grandes producciones que copan las salas desplazando pequeñas producciones que apenas sobreviven una semana haciendo recaudaciones ridículas; imposición de precios astronómicos que no hacen otra cosa que polarizar todavía más la taquilla, premiando las grandes producciones que se llevan buena parte del dinero. Por eso serán las que sobrevivan al gran cambio de los próximos años, algo que también está ocurriendo, por ejemplo, en el mundo literario. El panorama es complicado, por no decir negro.

Queridos cinéfilos, preparaos para vivir un futuro diatópico en el que las películas estarán protagonizadas por superhéroes que hablan chino y que pelearán contra caballeros Jedi.

bluebird Comunicación
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