Más de 70 años después de su muerte, Adolf Hitler sigue siendo un misterio. Historiadores, tácticos militares y psicólogos han intentado en vano desentrañar sus complejas motivaciones para conducir Alemania al Holocausto y a la II Guerra Mundial.
No sólo ellos, artistas de medio mundo se han interesado a lo largo de este tiempo por su figura. Por ejemplo, Shigeru Mizuki, quien a mediados de los 70 creó ‘Hitler‘, una novela gráfica que ahora reedita Astiberri.
Esta biografía desarrolla las etapas de una catástrofe implacable, marcada por el ruido de las botas. Aunque refleja la leyenda hitleriana, tanto la negra como la dorada, evita demonizar a un personaje que sigue siendo humano, demasiado humano. Refugiado en su búnker, el artista frustrado muere junto con el hundimiento de su obra, el Reich de los mil años, convertido en un cadáver anónimo en medio de millones de cadáveres.
El dibujante hurgó en libros y más libros para crear un apasionante y revelador retrato de la vida del dictador, llegando a una conclusión: La fosa común de la historia engulle a las víctimas y a sus verdugos.
Las ruinas de Berlín hacen eco a las de Hiroshima y Nagasaki. La locura de Hitler es la locura de un hombre, la de todos los hombres.