Gun o cómo hacer disfrutar con el rock de los 90

La sala Arena era la encargada de acoger una nueva visita de los escoceses Gun a Madrid, con la mano de Mercury Wheels para hacer posible un minitour por España que pasaba, además, por Sevilla, Valencia y Barcelona. Pasan los años, no se oye demasiado de ellos, da la sensación de que se les ha tragado la tierra, pero el caso es que, cuando pasan por España, siguen teniendo buena acogida. Su legión de fans parece ir menguando un poco, la sala de hecho estuvo algo lejos de llenarse, pero antes del comienzo daba sensación de que podía ser un fracaso, y finalmente no lo fue.

Cuando entré ya estaban en marcha los teloneros, Moebio. Mi relación con los horarios de los conciertos no mejora con el tiempo. Da igual si empiezan pronto o muy pronto, siempre me pierdo algo, aunque sean diez minutos. A estos madrileños les costó salir triunfantes. Había muy poca gente durante su actuación. Esto también es consecuencia de los horarios de los conciertos. Al margen de que la gente escoja saltarse a los teloneros con mucha asiduidad, empezar a las 20 horas a tocar un viernes hace imposible que mucha gente esté ante el escenario cuando salen.

Como grupo, debe ilusionar mucho ser telonero de alguien como Gun, pero cuando sales a tocar y ves que en la sala hay muchas menos de 50 personas debe de doler. Debes intentar que no se note en tu actitud, nunca sabes cuándo vas a sumar algunos fans más a tu propuesta, pero debe ser difícil, seguro.

Moebio es un grupo catalogado como de rock, pero la verdad es que tira hacia el pop en varios de los temas, sobre todo por el estilo de su cantante Héctor, con una voz muy suave (que no mala, ojo). Los temas tienen cambios de ritmo, con partes más suaves y otras donde la base, con Javi a la batería y Txema al bajo, adquiere mayor contundencia y entonces sí se puede hablar más de rock como estilo. En sus dos últimos temas sí tuvieron un sonido más duro, amparado en la guitarra de Karmona, cerrando con ‘Nuevo mundo’ su actuación, en la que además tuvieron que darse prisa por la escasez de tiempo.

Tienen ya tres discos, el último de ellos ‘Victoria’, que vio la luz en 2014. No está fácil la cosa, pero este grupo sí tiene actividad de directo, tocan varias veces, lo fundamental para poder subsistir haciendo lo que más les gusta.

gun
Moebio durante su actuación en la sala Arena.

El descanso entre grupos fue demasiado largo. Hubo mucho tiempo para probarlo todo, instrumentos, luces (aunque falló uno de los focos giratorios, o se dejó desactivado aposta), y en algunos momentos parecía que no se estaba preparando nada, sino que se esperaba quizá a que entrara más gente. Si no aprovechas ese descanso para poder hacer un show más largo, deberías dejar que ese rato que te sobra lo aproveche el telonero y le salga una actuación un poco más redonda. No es que Moebio tuviera una propuesta que me encantase, pero cuanto más le dejes al telonero más le estás ayudando a que progrese.

Con las 21.15 en el reloj, sonaba la intro del tema que abre el último trabajo de Gun, ‘More frantic’, llamada ‘Let it shine’. Es lícito querer promocionar el álbum que acabas de sacar, pero para el tipo de música y de conciertos que hacen los escoceses, podrían haber elegido algo mejor, o al menos más potente, para empezar.

El problema se solucionó rápidamente, con la segunda canción, ‘Don´t say it’s over’, muy coreada por el público. El concierto se encendió, porque al segundo intento sí prendió la mecha, pues esta es una canción mucho más directa.

Aunque rebajaron un poco después con ‘Better Days’, la senda que habían cogido desde el segundo tema era la correcta. ‘Better Days’ está extraída de su primer disco, ‘Taking on the world’, al cual volverían muchas veces durante la velada. Y es que sus tres primeros discos (1989, 1992 y 1994) les llevaron muy alto, pero desde ahí el grupo no hizo más que hundirse hasta su separación. Ahora llevan unos años reflotando el barco. Todavía da para algo decente en cuanto a público.

De vuelta al nuevo álbum llegaba ‘One wrong turn’, una de las más cañeras que contiene este nuevo trabajo, lo mejor que han hecho desde 1994, ahora con Dante Gizzi a las voces (hasta hace pocos años era el bajista del grupo), sigue su hermano Giuliano a la guitarra, junto con Johnny McGlynn, que estuvo con Dante anteriormente en la banda El Presidente, al bajo Andy Carr y a la batería Paul McManus. El grupo, muy renovado. Sólo los hermanos estaban en la época gloriosa.

De vuelta al pasado con ‘Something to believe in’, de nuevo del primer disco, no de las más duras, es un poco más dulce, pero el público ya estaba en el bolsillo de la banda. Los temas del disco nuevo estaban entrando bien, los del primero eran gloria bendita. Los aplausos tras cada tema no eran una pista cualquiera.

No se trata de un grupo especialmente duro, aunque McManus muestra una buena pegada desde atrás, con un estilo peculiar además, levantando bastante las baquetas antes de aporrear. Pero sí es una banda que ha mostrado temas rápidos, lo suficiente como para entrar en el estilo del hard rock, pero su toque noventero también les hace flirtear un poco con el pop. Eso es ‘Something to believe in’.

En ese momento, se entraba en un momento de promocionar sin maquillajes su nuevo disco. Primero con ‘Every 1’s a winner’, el primer single que han sacado, una versión de los célebres Hot Chocolate que les queda muy bien, sacada del estilo disco de los 70 y llevada a un rock and roll más bien actual. Un momento muy grande del concierto. De ahí pasaron a ‘Frantic’, la que casi da nombre al disco, mucho más recatada, pero aún así bien recibida por el público.

McGlynn ya se había quitado el sombrero que tenía al empezar la actuación. Estaba pasando calor sobre las tablas, pero también se lo estaba pasando muy bien. Le encanta poner poses, guiñar el ojo a los fans de las primeras filas, llama mucho la atención su estilo, que no le resta efectividad a la hora de tocar, en su labor de apoyo a Giuliano. Guitarrista más experimentado, pero que se nota que sufre un poco más en directo. No es que no se divierta, pero físicamente llega más justo. Eso sí, todo sonrisas y complicidad con la gente, que destacó su labor en varios momentos del concierto, ya que se encarga de más solos que su compañero.

Giuliano tiene otra labor importante, compartida con Andy, y es hacer los coros. Parece que esto no es gran cosa, pero en esta banda es importante, porque Dante no es un gran cantante. No se mete en problemas, no fuerza donde no puede, y cumple. Ya está, no se le puede pedir más, porque no podría afrontarlo. Es una cara amable, que conecta con la gente, pero no es el fuerte de Gun. Los coros, además, le dan un aire como más hímnico a las canciones, casi épico en algunos momentos.

‘Money (Everybody loves her)’ era un nuevo paso por el primer álbum, con Giuliano introduciéndola con un solo de guitarra muy en la onda de Angus Young en AC/DC, haciendo pausas para que la gente se desgañitara. De nuevo la respuesta de los asistentes a la sala Arena fue excelente, pero rápidamente retomaron el ‘More frantic’ para tocar ‘Hold your head up’ con lo que se suavizaban de nuevo las cosas, pero a ésta le tomó el relevo ‘Labour of life’, perfectamente ejecutada y muy aplaudida, porque quedó de lujo, la verdad.

De nuevo, Gun volvían a sus orígenes, a su ‘Taking on the world’ de 1989 para tocar ‘Inside out’, rockera sin duda, pero también con un punto de ternura muy bien reflejado en su estribillo. Además, esta canción suele traer sorpresa en los últimos años. De repente, hay un cambio de ritmo leve, no muy fácil de advertir, y Dante empieza a cantar algo que no parece la misma canción. En efecto, la gente se va dando cuenta de que lo que está cantando es el ‘So lonely’ de The Police. Locura total, para después volver a ‘Inside out’ y cerrarla a lo grande.

Y según cierran, abren ‘Word up’ (de su tercer disco, ‘Swagger’, por el que ya habían pasado con ‘Don’t say it’s over). Quizá un fan acérrimo de la banda me pueda decir que estoy equivocado, pero este es el tema que les lanzó definitivamente a la fama, la que les abrió más puertas, y eso que no es suya, sino una muy buena versión del grupo funky Cameo. A esa altura se ponía el concierto, y Arena prácticamente patas arriba. Era el himno de la noche, aunque no la canción que mejor les quedó.

A su conclusión, nada menos que ‘Steal your fire’, de su segundo disco, ‘Gallus’, que todavía no había aparecido en el espectáculo. Seguramente, la canción más puramente hardrockera de la noche. El fuego de la sala Arena no bajaba ni un ápice. La gente se estaba divirtiendo bastante con los escoceses.

Aquí llegaba la despedida, pero les faltaban todavía los bises. Los arrancaron con ‘Taking on the world’, la canción que da título al debut discográfico de la banda. La gran mayoría de la gente cantó el principio, impulsados por Dante, que pidió colaboración para afrontarla.

La sorpresa de la noche llegó en forma de ‘Welcome to the real world’, una canción que no había aparecido en conciertos recientes en otros países, pero que Dante dijo que saben que gusta mucho en España. Se trata de una canción con mucha garra, pero que también es muy melódica en su estribillo. Esa es la fórmula que mejor le funcionó en su momento al grupo. El camino a seguir en el futuro no tiene mayores secretos. En mi humilde opinión, fue el tema que mejor les quedó, y no era fácil llegar hasta ahí con lo que había sonado anteriormente.

Y faltaba el fin de fiesta que muchos estaban esperando y pidiendo: ‘Shame on you’, una canción calentada por el rasgueo de las cuerdas de la guitarra, que la voz sostiene hasta que rompe gracias a la batería. Desde ese momento, se convierte en himno imprescindible. Público en shock y la banda tratando de alargar un precioso momento, hasta que terminan con clásicos redobles y guitarrazos, propios de un concierto de rock and roll.

Gun siempre salen triunfantes en España. La legión se reduce, deben intentar conquistar a gente de entre 20 y 30 años, porque de esos no había muchos en el show. Con actuaciones como esta, tampoco es tan difícil, porque salió todo según lo planeado y la ovación final fue larga y atronadora. El rock and roll sigue vivo, se ven muchas muestras a día de hoy, y los escoceses nos dieron una muy agradable en Madrid.

bluebird Comunicación
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