‘La flor púrpura’, la emoción de los contrastes

Empecé a leer ‘La flor púrpura’ después de que Chimamanda Ngozi Adichie me cautivase con ‘Todos deberíamos ser feministas’, pequeño librito que transcribía una de sus charlas TED y que supuso mi bautizo con la autora. La arrolladora fuerza de la escritora nigeriana me había convencido con creces para seguir explorando su bibliografía.

Kambili, de dieciséis años, es la narradora. Hija de Eugene Achike, un poderoso e influyente empresario de Enugu —ciudad natal de la autora—, ha crecido educada, o más bien reprimida, entre el miedo y la disciplina, al igual que su hermano mayor Jaja. La religión, el estudio casi monacal y los severos castigos están a la orden del día en un hogar en el que tampoco faltan los abusos hacia Beatrice, su madre. Los hermanos experimentan una transformación interior y hasta física en el momento en que se ausentan de su casa para pasar unos días en Nssuku —en la que Adichie se crió— con su tía y sus primos, a los que apenas conocen. Acostumbrados a la rigidez y al lujo, y a cumplir a rajatabla las expectativas de un padre atelofóbico y temeroso de Dios, les cuesta acostumbrarse a una familia unida y espontánea, que vive al día en una casa en la que escasea la comida pero sobran las risas y el cariño.

‘La flor púrpura’ atrapa y emociona con sus vaivenes y contrastes, manteniéndonos siempre pegados a la historia; recrea un ambiente opresivo en el que la religión juega un papel fundamental y por momentos hace temblar de incertidumbre a quien se pierde entre sus páginas. La vulnerabilidad de Kambili, que empieza a probarse una adolescencia apenas usada como un vestido nuevo y extraño —como quien aprende a dar sus primeros pasos en tacones— es el contrapunto a su inteligencia y su candor. Otro elemento que añade relieve a la espiral narrativa es la inestabilidad política del país africano, en el que impera la violencia, la segregación social y la injusticia.

Esta prosa está elegantemente teñida de colores, sonidos, texturas y sabores exóticos; empapada de cultura nigeriana, describe también la brecha entre estratos sociales y los seguidores de una religión heredada del colonialismo frente a los que siguen celebrando ritos paganos. Son diversos los personajes que protagonizan la trama, entre los que destacan la singular tía Ifeoma, hermana de Eugene, y Papa-nkkuwu, el abuelo de Kambili y Jaja, al que Eugene ha decidido aislar por no seguir los preceptos del cristianismo. Estrenada en 2003, la novela cosechó un éxito importante; Random House la acaba de reeditar y es todo un acierto lanzarse a disfrutarla.

bluebird Comunicación
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