Si no hubiera pasado tanto tiempo, tanta distancia, este tuit de Iván Ferreiro me habría revolucionado por completo: «Hoy vuelvo al valle por una buena temporada…. Escribir y grabar…. Descansar… Cocinar… Dormir y leer». Hace ya 10 años de aquel ‘Canciones para el tiempo y la distancia’. Simplemente, una obra maestra, algo que no puede ser de este mundo, un espectáculo.
Es increíble cómo hay momentos que se nos quedan grabados a golpe de melodía, como si la música fuese más fuerte que el olfato o la memoria. Como si fuese una piedra de toque nos recuerda quién fuimos o dónde estuvimos. Alguna vez. Durante un instante, una noche.
O dónde no queremos volver jamás. A una playa vacía. Morir debe ser algo así como escuchar esta canción y no sentir absolutamente nada.
Que las cosas más hermosas, a veces, no deben ser vistas. Hay hechizos que rompen la magia cuando se convierte en rutina. Y es mejor dejarla ahí, donde nadie puede verla. Para que la luna llena nunca choque contra el suelo.
Han pasado 10 años desde entonces, demasiado tiempo, demasiada distancia. Aunque hay cosas que no cambian…
… Y cosas que nunca volverán.
Fotografía: Roberto Ferló ©