Hollywood no pierde oportunidad
para conectar con los pobres,
esos que trabajan sin descansar
sin sobresueldos en sobres,
esos que sueñan despiertos
que algún día serán libres,
esos que viven cubiertos
con mierda de los peores calibres.
Elegido el alter ego social
le pondrán en patinete
a viajar por tierra y mar
y superar cualquier brete.
No le faltará amorío
para salar el entuerto,
hay que darle algo de brío
entre planos contra el viento.
Con acertada música alegre
y buenos planos de paisajes
no existe el que no se integre
y empiece a hacer equipaje.
Las películas de autoayuda
son simples y previsibles.
Funcionan sin poner duda,
pero no resultan tangibles.
Son productos apacibles,
faltos de sensibilidad.
Ofrecen tardes compatibles
con siestas en el sofá.