Puede que tengas desprecio
a la ideología yanqui
o creas que las guerras son de necio,
pues prefieres ir de “tranqui”.
O que pienses que el cine bélico
es coñazo inaguantable.
Prefieres lo psicodélico
y no un pasado olvidable.
Lo que esté basado en hechos
no te interesa escucharlo,
pues mienten y sacan pecho.
Nadie queda por negarlo.
Pero obviando el mal panfleto
que brilla en esta película,
sin ser mensaje discreto
se disfruta toda partícula.
Teniendo a estos dos hermanos
escribiendo buenas charlas,
para todos los humanos
es simpático escucharlas.
Además, acompañadas
por música bien compuesta,
harán, que de las ñoñadas,
goces a mesa puesta.
Si en fotografía pones
a un genio contrastado
no quedará más cojones
que degustar visionando.
Y está claro, no habrá duda,
que el director que manda
trae magnífica factura.
Arremete tu bufanda
y no esperes más corduras.
Paladea la dirección
y camina sin presuras.
Sobreviene la emoción.