Daniel Monzón dirige con maña
esta trama de buena acción,
aunque es mucho más huraña
su pericia en interpretación.
No se puede negar
que es cábala entretenida.
No es tan fácil narrar
con la fluidez obtenida.
La frontera hasta los sueños
es difícil de cruzar.
Las riquezas tienen dueños
que no se dejan timar.
Coger la vida con fuerza
puede ser alternativa,
pero puede que se tuerza
y te suelte a la deriva.
Los policías benignos
llevan magia en su papel,
interpretan bien los signos
y se expresan con la piel.
Otra cosa es el niñato
y el tropel que le rodea.
Ellos no salvan el trato,
no emociona a la platea.
Timorato personaje
que sirve como modelo.
Como maniquí de traje
no importa que seas hielo.