Presentamos la edición más hermosa de ‘Desayuno en Tiffany’s’ en el 92 aniversario de Truman Capote

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«Las palabras siempre me han salvado de la tristeza», decía Truman Capote. Quien lo probó, lo sabe.

El escritor, que hoy cumpliría 92 años, empezó a escribir para mitigar el aislamiento sufrido durante su infancia. Fue allí donde nació su pasión por la literatura y los chismes, convirtiéndolo, irremediablemente, en escritor y periodista, lo que él mismo denominaría como «un estilo de ver y oír».

Nuestro pequeño, o gran, homenaje pasa por recoger una de las ediciones más hermosas que se han hecho de esa joya titulada ‘Desayuno en Tiffany’s’, una obra de arte en sí misma, con la que Libros del Zorro Rojo vuelve a reivindicar el libro como objeto de culto.

Y no es para menos:

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Pero en algunos momentos tocaba melodías que hacían que me preguntase de dónde podía haberlas sacado, de dónde podía haber salido aquella chica. Canciones nómadas, agridulces, con letras que sabían a pinar o pradera.

Publicada en 1958, Desayuno en Tiffany’s es una de las obras más célebres del escritor estadounidense. Su protagonista, Holly Golightly, una joven de diecinueve años que abandonó su hogar a los 14, consigue ascender con vertiginoso desparpajo a los círculos de la alta sociedad neoyorkina, esa «jaula palaciega» en la que, sin embargo, se siente a salvo.

¿De dónde salió? Nadie llegará jamás a saberlo.

Encarnada por Audrey Hepburn en la adaptación cinematográfica de Blake Edwards, persiste en nuestro imaginario como una de las heroínas más famosas de la literatura moderna. Inocente para unos, tremendamente astuta para otros, el personaje de Capote es una especie de alter ego, fruto de inmersiones en su propia biografía.

Holly, misteriosa, sensual y sofisticada, es, también, embustera, descarada y carece de escrúpulos: una auténtica farsante que encuentra práctico que la tomen por très fou.

Capote representa en la novela la frivolidad del lujo y del derroche, y a través de Holly, caricaturiza a los personajes que la rodean. La riqueza y la fama ocupan un lugar fundamental en los planes de su protagonista, y, para ello, Holly se ha predispuesto a que le gusten los hombres maduros.

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Con buena voluntad se puede querer a cualquiera.

No obstante, aunque algún día logre desayunar en Tiffany’s, no está dispuesta a dejar de gustarse a sí misma.

En esta edición, la premiada artista canadiense Karen Klassen, formada en el mundo de la moda, sitúa el cuerpo humano en el punto focal de sus ilustraciones. La mezcla de colores, texturas y técnicas expresivas, junto a las figuras sin rostro que envuelven a Holly, realzan el glamour de la protagonista y acentúan la frágil aura del diamante.

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—No se enamore nunca de una criatura salvaje, Mr. Bell —le aconsejó Holly—. Esa fue la equivocación de Doc. Siempre se llevaba a su casa seres salvajes. Halcones con el ala rota. Otra vez trajo un lince rojo con una pata fracturada. Pero no hay que entregarles el corazón a los seres salvajes: cuanto más se lo entregas, más fuertes se hacen. Hasta que se sienten lo suficientemente fuertes como para huir al bosque. O subirse volando a un árbol. Y luego a otro árbol más alto. Y luego al cielo. Así terminará usted, Mr. Bell, si se entrega a alguna criatura salvaje. Terminará con la mirada fija en el cielo. 

bluebird Comunicación
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