Adaptar los cuentos infantiles con un toque macarra
parece una idea de lo más bandarra.
Resulta que acaba siendo tópica y algo guarra.
Gases de todo tipo y otros fluidos desagradables
buscan risas en un público de inteligencia volátil.
No hay sutilidad. Sí chiste fácil.
Sin duda, las taquillas serán rentables.
Un gobernador bajito odia los seres de fantasía,
utiliza el logo de Facebook en sus escudos,
no tiene mucha conciencia de cómo usar la ironía,
y quiere tener princesa para gobernar sus feudos.
La persecución a tantos seres cuentistas
llenaran el cenagal de un dueño nada altruista.
El ogro inadaptado encontrará compañero
en un asno con dialogar tunero.
El rey de los cómicos afroamericanos
torturará nuestras neuronas con chistes planos.
Ambos compañeros quevedescos
rescatarán a la princesa entre golpes y cuescos.
Pero todo tiene moraleja.
Aquí la fealdad no acompleja.