Cuando la empanadilla sabe rancia
no se saborea con tanta gracia.
Causaron carcajadas en abundancia.
Móstoles aún no es aristocracia.
Así que habrá quien sonría,
quién aumente su manía,
quién se mee visionando
o quién la vea roncando.
La pareja de humoristas de las navidades pasadas
hizo pinitos cinematográficos con sus bobadas.
Los juegos de palabras
siguen estando de moda,
pero gargantas macabras
ya pasaron de boga.
No se sostiene ni con alfileres
la historia ni sus enseres.
Son idioteces las que argumentan
que alguien atienda a lo que cuentan.
En la historia del cine
se perderá esta pieza.
El humor que lo define
guardará en Youtube su proeza.
No hay nada reseñable
en esta obra borrable.
Es sus chistes es ahorrable,
aunque siempre es entrañable.