Con más escenarios de los requeridos
y con minutos que llevan a ronquidos,
los odiosos ocho son malos bandidos,
charlatanes tipos con sus merecidos.
Cabezas con precio en la etiqueta
son el negocio de necio con maleta.
Hay para quien no rematar el dinero
puede ser signo de mal agüero.
Una historia de suspense sangrienta
de las que Quentin bien nos cuenta.
Los que no son fans del cinéfilo reconocido,
no entenderán ni un segundo del cometido.
Los que se masturban con citas bíblicas del tipo
disfrutarán, sin duda, de todo el rito.
Para la parte intermedia no hay mucho que decir.
Es un thriller parco hasta el concluir.
Nada tiene de especial en su fluir,
incluso es tramposa en su devenir.
Todas las sorpresas al espectador
son livianas tretas sin pista anterior.
Planos de doble foco
son buena constante.
No sabe a poco
Si se redujese la historia
a un único escenario
sería igual gloria
y menor calvario.
Pero entonces los minutos no serían suficientes
y ¿descubriríamos que Quentin ya no es diferente?
¿Que le faltan temas?
¿Que no tiene historias?
¿Que tras los esquemas
será vieja gloria?