Con peinados que podrían albergar ciudades
estas muchachas bailan para ser celebridades.
Son entusiastas locas como las actuales.
En los 60 también había deficientes neuronales.
Aprendieron a bailar de negratas oprimidos.
Esta gorda y sus secuaces acabarán con los engreídos.
El twist y otros bailes gimnásticos
son batallas para cambios drásticos.
Un poco de purpurina y mueve bien el trasero.
De las del director, esta es la preferida de Botero.
Un programa de televisión
es el brete de la integración.
Buena música para acompañar la revolución.
La igualdad debería ser ley de toda nación.
Estas supuestas mojigatas
meten las lenguas sin ser cegatas.
La estética camp cuaja de aquel modo,
la integración racial se mezcla en el lodo.
Tantos adolescentes y lloricas
que hasta se han hecho réplicas.
Cuesta discernir la risa de la insurrección
pues el diálogo siempre suena burlón.
No son casuales estos tarugos personajes.
Sólo hay que saber que son de Waters.