Por pájaro grande que seas,
si eres avestruz, no vuelas.
Luego hay aves, que volanderas,
no emprenden el vuelo ni con carreras.
La pobreza sueña con cántaros.
Rotos éstos hay llantos
y, de solución, cantos.
El padre protagonista perderá su trabajo,
encontrará nuevos tajos,
creerá descubrir atajos,
pero entre tanto altibajo,
acabará con resquebrajos
y su familia currando a destajo.
Avestruces a la fuga,
peces de colores sin cuba,
recoger trastos de la basura,
y no demasiada aventura.
Película pausada sin destino.
Esa es su virtud y su desatino.