Pasan los inviernos,
se olvidan las primaveras.
Los otoños sin volvernos,
los veranos sin frioleras.
Pasan y no recordamos
que lo importante son hechos,
no palabras ni fulanos,
sino compañero de lechos.
Así son los años mozos
y las maduras jornadas.
Así son los grandes gozos
y las peores jugadas.
De todas ellas se quedan
los momentos en conjunto
porque las risas se pegan
hasta que seas difunto.
Pero esto, la protagonista,
no acaba de entenderlo.
con amores de otro tiempo.
Cuan termita en su mente
va royendo sus entrañas.
Se va encontrando de frente
con pasados y patrañas.
Demasiados años juntos,
muchas caricias robadas.
Descubrir estos asuntos
ensombrecen las miradas.
Pero este largo viaje,
una oportunidad en la vida,
no se esconde en el garaje,
que el polvo tiene cabida.