La tradición navideña tiene desde hace unos años una difícil contrincante: las listas de lo mejor y lo peor del año. Periódicos, revistas, vídeos en Youtube, podcasts… Los medios se inundan con centenares de ránquines en los que se destacan películas, libros, discos…, siempre según unos criterios personales y que tienen la virtud de generar un debate que considero sano y necesario.
Como no podía ser de otra forma, un servidor se une al mainstream y a continuación dejaré lo que para mí ha sido lo mejor de 2017 en el mundo cinematográfico.
‘Solo el fin del mundo’, de Xavier Dolan
Una bofetada en la cara, una salida de la zona de confort a la que ya nos tiene acostumbrados el director canadiense. Rodada en 2016 pero vista este año, podéis encontrar una crítica más profunda en otro artículo publicado en Guts.
Hasta ese momento no había visto ninguna película de Dolan, aunque su nombre me sonaba y mucho. Recuerdo que en el cine más de un espectador terminó marchando entre soplidos. No puedo negar que en algún momento tuve la misma tentación. Su atmósfera asfixiante apoyada en una escenografía agobiante y unos diálogos ásperos y llenos de tensión ayudan a crear una película que sin duda permanece en la cabeza durante varios días.
‘Cantábrico’, de Joaquín Gutiérrez Acha
Después de triunfar en 2013 con ‘Guadalquivir’, Gutiérrez Acha volvió a encandilar al público con otro documental, esta vez rodado en la otra punta del país, en la que gracias a un despliegue audiovisual impresionante —nada que envidiar a grandes producciones de la BBC— nos mete de lleno en la fauna y la flora de la zona cantábrica de España, un paraíso terrenal por el que circulamos tratando como espíritus invisibles a los animales en un clamor de ayuda para preservar esta diversidad que nos estamos cargando sin contemplaciones.
El deleite visual es constante, una sucesión de imágenes de una factura elevadísima, apoyadas en una banda sonora portentosa y un pequeño guión que da empaque a todo el documental. Las diversas tramas animalescas se entrecruzan y dejan ver hasta qué punto la naturaleza es como una red neuronal gigantesca en la que cada ser vivo tiene su función e importancia.
‘Wonder Woman’, de Patty Jenkins
La mejor película de superhéroes del año. Sin discusiones ni debates posibles. Y, por fin, con la mujer como gran protagonista.
‘Wonder Woman’ será recordada no sólo por ser una buena película —que lo es y mucho— sino porque marca varios hitos en el mundo del cine tanto desde el punto de vista social como económico.
El mundo de los superhéroes, admitámoslo, es una clara muestra del patriarcado desde hace más de 60 años, y la aparición cinematográfica de WW viene a ser la constatación —ya iniciada en los cómics— de ese cambio de paradigma que poco a poco se abre hueco en nuestra sociedad. La mujer como verdadero motor de la acción y no como mera comparsa; la mujer independiente pero que no escatima en ser ayudada cuando lo necesita —muy distinto es pedir a necesitar— y, sobre todo, un referente de la cultura pop que realmente pone a la mujer donde se merece: al lado del hombre y no debajo. No es la primera película que lo muestra, pero quizás sí la que tiene más alcance a la hora de transmitir ese mensaje.
‘Baby Driver’, de Edgar Wright
Una playlist de Spotify hecha celuloide. Bajo esa premisa se orquesta ‘Baby Driver’, una trama sencilla pero efectiva, en la que se suceden las escenas de acción, del mismo modo que saltamos de una canción a otra sin descanso en nuestro móvil.
Porque hay acción y mucha. También canciones, todas ellas historia de la música. Tiene, incluso, una función didáctica para las nuevas generaciones que ven las canciones del siglo XX como algo muy lejano.
El protagonista no puede conducir sin música. Y, claro está, conduce mucho durante la película. Escenas de persecuciones regadas con ritmos rock, folk y pop que te mantienen enganchado a tu butaca mientras dejas que el ritmo se meta en tu cabeza y haga mover tus pies. Algunos planos son tan cuidadosos que parecen sacados de un anuncio de los antiguos iPod —cuya presencia en el filme es un guiño que empieza a rozar lo vintage—, del mismo modo que a veces también parecen sacados de anuncios de coches, o de colonia. Quizás en realidad es un anuncio muy largo. Da igual, se pasa volando.
‘Kedi’, de Ceyda Torun
La mejor manera de retratar una ciudad no es a través de sus monumentos, sino mediante las vidas de quienes viven en sus calles, compran en sus mercados y trabajan en sus oficinas. Explorar el detalle para ver el cuadro completo.
En ‘Kedi’ esa premisa va más allá, porque como si de unas muñecas rusas se tratara este documental nos explica las vidas de los gatos callejeros de Estambul; estas vidas mininas, a su vez, sirven para explicar las vidas de quienes cuidan de ellos… que, a su vez, nos sirve para tener un lienzo de la capital turca mejor que cualquier guía.
‘Atomic Blonde’, de David Leitch
El thriller de acción más sorprendente. De nuevo encontramos a la mujer como protagonista —una Charlize Theron imponente—, inmersa en una trama de espionaje, revival ochentero, ambientes oscuros y llenos de gente peligrosa. Mezcla de forma eficiente varios clichés, disimulándolos con oficio y evitando caer en demasiadas contradicciones.
Las escenas de acción brillan por su efectividad y la habilidad del director a la hora de rodarlas —con planos cortos y dinámicos que, aunque en ocasiones puedan llegar a marear— ofrecen una dinámica fácil de seguir; qué decir, que son el eje central de la película, más allá de la figura de Theron que, pese a tener momentos de un lucimiento más cercano a los comerciales que protagoniza, es piedra angular de la cinta junto a la acción. Como en el caso de ‘Wonder Woman’, es una mujer que puede valerse por sí misma sin problema alguno, pero que no rechaza la ayuda si es necesaria, aunque en esta película lo hace en menor medida, convertida en una ultra heroína que puede con todo.
‘Dunkerque’, de Christopher Nolan
Las obras de Nolan ya se han convertido en acontecimientos del año. Tras ‘Interstellar’, según muchos su mejor película, cuando se supo que su nuevo proyecto iba a ser una película bélica muchos torcieron el gesto y otros se entusiasmaron. La expectación era máxima y el director británico no decepcionó a sus fieles seguidores y al público en general.
‘Dunkerque’ es una película de tiempos: tiempos de espera, tiempos de barbarie, tiempos de caos… ese tic tac del reloj invisible que suena a lo largo de toda la película parece un metrónomo que de forma inconsciente nos adentra más en esa playa repleta de soldados muertos que esperan un final que parece inevitable.
Nolan vuelve por sus fueros y lo hace a través de unos planos que juegan con lo grandilocuente y lo pequeño, grandes explosiones y lloros en la penumbra. Una dicotomía para dibujar la guerra que explica a la perfección lo que ésta supone para el ser humano.
‘Wonder’, de Stephen Chbosky
Las historias con mensajes muy positivos y final feliz se estilan poco en la actualidad. Pero si están bien hechas suponen un soplo de aire fresco y optimismo a una cartelera que está llena de violencia, acción desmedida y drama extremo.
La historia de ‘Wonder’ no tiene mucha complicación, y a poco que se esté atento a la trama uno ya puede ver por dónde se desarrollarán los acontecimientos. Sin embargo, las grandes actuaciones —en especial del crío protagonista— hacen que el espectador se deje llevar y por un momento olvide todo lo negro que hay en el mundo que le rodea —¿no se trata de eso el cine?— y disfrute de las pequeñas peripecias de un niño con malformaciones faciales que debe afrontar los primeros días de su vida en la escuela.
Curiosa mezcla entre ‘Jack’ y ‘El inolvidable Simon Birch’, la película transita por el borde del drama facilón y la ñoñería más típica de Disney, pero consigue aguantar en equilibrio sobre un finísimo hilo sin caer ni en un lado ni en otro.
‘Fe de etarras’, de Borja Cobeaga
Fue anunciada como la película que no se podía exhibir en los cines por culpa de su transgresión. Una película de terrorismo que lo ridiculizaba, y de la mano del creador de ‘Pagafantas’.
Pudiendo haber sido algo mucho mejor, sin duda ‘Fe de etarras’ es una película diferente. La valentía de banalizar algo tan tabú en nuestro país como el terrorismo de ETA no es fácil de llevar adelante, y quizás por ello Cobeaga nunca pudo estrenar en cines su propuesta y tuvo que desembarcar en Netflix. Allí, tal vez con más libertad creativa, dejó lastre y dio su particular visión de ese tema que todavía supone un problema para muchas personas.
La excelente labor de los protagonistas consigue mantener la tensión de una trama algo escasa pero que queda suplida por esa interacción entre los personajes, sus diálogos en los que encontramos esa irónica visión del director acerca de los nacionalismos extremistas, y un final potente que rompe con el tono general del filme y que puede sorprender al gran público.
‘Star Wars: Los Últimos Jedi’, de Rian Johnson
¡SIN SPOILERS!
La gallina de los huevos de oro de Disney —con permiso de Marvel— estrenaba su nueva entrega el pasado 15 de diciembre y casi al instante se producía uno de los grandes cismas dentro de los seguidores de la saga. Y todo a raíz de una supuesta traición al espíritu Star Wars de la mano de su director, que apostó por romper con lo establecido hasta el momento en la franquicia y dar un paso adelante hacia una nueva dirección alejada de lo planteado por George Lucas, su creador y ahora alejado de los focos.
La película ha creado controversia. Una estructura alejada de los cánones de las anteriores películas, una exploración del concepto de la Fuerza diferente y un devenir de los acontecimientos que realmente abogan por dejar atrás los tiempos de la trilogía original —que posteriormente fueron ampliados por las precuelas— y encarar un futuro que Disney espera que sea duradero y fértil. Y por ello, la consiguiente Guerra Civil Galáctica entre fans que la defienden y fans que la odian.
La cinta de Johnson no tiene crítica posible desde el punto de vista técnico: magníficamente rodada, con unas dinámicas en los planos que no dejan tiempo para cerrar la boca de asombro, unos efectos especiales que lucen asombrosos en la pantalla grande y una estructura narrativa que apenas permite respirar al espectador. Podrá gustar o no, pero la coherencia interna del metraje es total y deja clara la intención de Rian Johnson. La película busca sorprender, no dejar que la lógica de la saga se imponga por encima de lo que parece ser la punta de lanza de Disney para hacerse suya la saga de forma definitiva.
«Let the past die», como decía Kylo Ren en el tráiler.
‘Bright’, de David Ayer
La sorpresa del año, descubierta casi por casualidad porque estaba aburrido en casa de mi hermano y me puse a fisgonear en Netflix. Topé con ‘Bright’, una producción de 100 millones de dólares —una autentica burrada— y que no estaría en los cines. Podría haberlo estado perfectamente.
Estamos ante una película que mezcla ‘Training Day’ con ‘Los dueños de la calle’, aderezado con fantasía y criaturas como elfos, orcos y hadas. Y lo que partía como una premisa de drama racial —algo que se podría haber explorado más porque daba mucho juego— termina siendo una entretenida cinta de acción en la que las escenas de los tiroteos suponen su mayor virtud, amén de la pareja protagonista, cuya buena química —sin ser excelente— aporta los momentos de humor necesarios en este tipo de filmes.
Dos horas de metraje que realmente se pasan volando, y un excelente ejercicio de cine de entretenimiento puro y duro.