Es viernes. El fin de semana acaba de dar su pistoletazo de salida. Los que gustan de la música en directo deben acudir raudos a la cita, porque en cuanto la noche de octubre se cierne sobre la ciudad es que la acción va a comenzar sobre el escenario.
Esta vez, mis pasos se dirigían hacia la sala We Rock, una especie de templo del heavy metal en pleno centro de Madrid. Había que contemplar a un grupo de renombre nacional como Centinela, con muchos años de carrera a sus espaldas, con fama de tener un directo potente y en una onda que le va que ni pintado a la sala. Pero además había otras dos propuestas que saborear, primero la de Rockstion y después la de Death & Legacy. Todo organizado por Duque Producciones.
Al entrar para ver la primera actuación, sobre las 21:00 de la noche, We Rock estaba desangelado. Había todavía muy poca gente. El público muchas veces apura el tiempo para llegar o se toma algo en los alrededores, con lo que sacrifican el ver a los teloneros y se centran en la actuación principal. Suele ser un error, y esta vez no fue menos.
Los locales Rockstion saltaron a las tablas con una actitud positiva. Se les adivinaban algunos nervios, quizá por la escasez de público o quizá simplemente por las enormes ganas de agradar que tenían. En realidad, ese era su gran valor. Querían hacerlo bien, y lo demostraron desde los primeros acordes.
Su actitud destila buen rollo en todo momento. Les apasiona el rock and roll y lo defienden con uñas y dientes. No estamos hablando de heavy metal, sino de hard rock. Dos estilos que son primos carnales, por no decir hermanos. La guitarra es muy protagonista. Y había dos. A un lado, Juan Carlos, el veterano de la banda, con una función fundamentalmente rítimica. Al otro extremo del escenario, Jorge, el solista, el encargado de hacernos volar a través de los solos.
La base está formada por el bajo de Daniel, que se dejó notar en varias ocasiones y dejaba un regusto muy agradable, y atrás, a la batería, José Luis aporreaba sin descanso. Todo este envoltorio clásico, de rock duro del de siempre, tenía como punta de lanza a Víctor, el cantante, el que termina de conducirlo todo hacia el público, con una pose de rockero convencido, como todos sus compañeros.
Ya desde el principio, lo dejan claro, hablan de rock and roll en sus canciones. La segunda de ellas se llama ‘Rockero hasta el final’. Ya está todo dicho, incluso desde el nombre del grupo, que más allá de lo cómico que pueda resultar, define lo que debe ser un grupo que haga este tipo de música: un bofetón en toda regla, desde el principio.
Los riffs de guitarra del grupo son una seña de identidad indudable. Los seleccionan bien, resultan efectivos, y el efecto es que quien los escucha se pone en movimiento para estar en conexión con la música que le llega, alcanzando un feeling muy interesante con la banda.
En las primeras canciones hubo trabajo desde la mesa de sonido. Había que ajustar cosas, incluso Víctor pidió en algún momento que subieran volumen de instrumentos para que eso sonara como los artistas tenían en la cabeza. Acabó sonando todo bien, quizá no demasiado la voz, algo baja respecto al resto.
Las reminiscencias a grupos clásicos son constantes, totalmente lógico con la propuesta que tiene Rockstion. A veces, cerrando los ojos, me daba la sensación de tener a algo similar a Platero y Tú delante, pero en otros momentos parecían sacar lo más rabioso de Motorhead a la palestra. En otro tema, llamado ‘Ángel guardián’ el riff sonaba a medias entre Iron Maiden y AC/DC, que son seguro referencias innegociables de esta banda.
Eran teloneros, no podían estar demasiado tiempo, pero les dio para hacer nueve temas y dejar satisfecho al personal, que no paraba de pedir otra canción al grupo. Merecen otra oportunidad, y su agenda les seguirá llevando por salas madrileñas para enseñar el hard rock a quien quiera acercarse. Sin ir más lejos, el 6 de noviembre estarán la sala Hebe de Vallecas junto a Sex & Rock y La Tribu Leño.
Death & Legacy salieron un rato después a las tablas, dispuestos a poner el grito y todo lo que fuera posible en el cielo para dejarse notar. También mostraron una actitud francamente buena, aunque se trataba de una propuesta muy distinta y quedó un poco raro.
Como ya asoman desde el nombre, este grupo zamorano practica Death Metal, una rama metalera que se destaca por una agresividad musical mucho mayor y con una potencia que no se deja ver en estilos como el hard rock o el heavy metal.
El estilo me dejó un poco frío en un primer momento, pero no porque la ejecución no mereciera la atención del público, sino porque no me terminaba de encajar ni con sus predecesores en el escenario ni con el grupo estrella de la velada.
Sin embargo, pude ir metiéndome en el show poco a poco y acabar reconociendo que las ganas estuvieron muy bien plasmadas. No es un death metal al uso. Ellos se definen como como death metal melódico, pero porque su cantante, Ely, sí da un punto suave que rebaja a la música. Para alguien que no es un fan acérrimo del estilo, se agradecía tener ese contrapunto. Cuando el guitarrista Jesús toma el testigo con la voz sí da un tono que pega más con el estilo que defienden.
Sus composiciones son un poco más largas que las de Rockstion, y por eso no tocaron demasiados temas, pero se entregaron en cada uno de ellos, sobre todo en el último, ‘Rise’, donde invitaron a una amiga del grupo a cantarlo a dúo con Ely, y les quedó de maravilla.
Carlos, batería, y Hugo, bajo, resultan vitales. La base, en un grupo de death metal, es lo que debe hacer que suene realmente atronador todo. La otra guitarra, la de Manu Acilu, es como un cuchillo penetrando una y otra vez y eso ensalza aún más a un grupo que sabe lo que busca, no engaña a nadie, y en su estilo han de ser reconocidos.
La sala ya estaba más cargada de gente, y el público no dudó en despedirles con una merecida ovación a una actuación algo corta, pero donde había contundencia por los cuatro costados. También merecen otra oportunidad por mi parte, sin duda.
Tras otro descanso, llegaba el momento que estaba esperando todo el mundo. Los albaceteños Centinela se presentaban en We Rock con un nuevo álbum bajo el brazo, recién salido, ‘El lamento del diablo’, que es con lo que empezaron la actuación. La intro del disco se llama igual y da paso a ‘La última canción’, el verdadero arranque. Después seguiría ‘Tres diablos’, otro tema de su reciente publicación.
De nuevo, la mesa de sonido debía ajustar cosas, porque comenzó sonando un poco deficiente. La batería se comía casi todo lo que tenía delante y especialmente a Cano, el magnífico cantante de la banda. Poco a poco se fue arreglando la cosa. Sin embargo, la voz y los instrumentos sonaban con cierto eco. La sensación es que los instrumentos no deberían sonar así, y a medio concierto, más o menos, dejó de ocurrir eso. Con la voz parecía hecho adrede. Es un efecto que puede gustar más o menos, le da quizá un toque algo más épico a la música. A mí, personalmente, no me satisface mucho, pero es simplemente una apreciación personal.
A partir de ‘Escribiré’ el sonido fue mejorando y eso le dio más empaque al show. Aunque la batería de Miguel Ángel seguía siendo lo que más atronaba, el bajo de Javi y la guitarra de Fernando fueron ganando en presencia para poder arropar esa voz excepcional, muy reconocida dentro de la escena heavy nacional.
‘Pánico’ empezó a desatar al público. Es un tema donde la guitarra pudo explayarse más y, aunque no es una constante de ritmo rápido, fue bastante bien recibida por los presentes. La sala no estaba llena, pero ahora sí tenía una cantidad de gente importante en su interior para disfrutar del espectáculo.
Estamos ante un grupo que destila heavy metal, no quizá del estilo más clásico posible, pero desde luego esa es su marca sonora. Es verdad que a veces aceleran y parecen dar pasos en la dirección del power metal, más veloz y enérgico, con el doble bombo de la batería trabajando a placer, y eso es algo que enseñan en ‘Se oculta el sol’, el siguiente tema que interpretaron. Y en ‘Me verás’, con el que volvieron al último disco, también parecían sacar un poco de rabia en el mismo sentido. Les quedó absolutamente atronadora, y el público les recompensó con muchos aplausos.
Para entonces Cano ya había expresado la felicidad que tenía el grupo por poder seguir haciendo música y poder dar giras con material nuevo. Las cosas en el mundo de la música no están para grandes alegrías, sobre todo si no eres un artista que tenga la suerte de ser llevado a la cúspide por una gran empresa. Hacer heavy metal hoy en día en España no es escoger el camino más fácil, desde luego. Y posteriormente el cantante de Centinela quiso dedicar un tema a las bandas que luchan por hacerse escuchar, concretamente ‘Hueso y piel’, pero antes había tiempo para un trallazo sublime, ’Más fuertes’. El sonido empezaba ya a ser más claro (o esa era mi percepción) y daba para disfrutar más del concierto, puesto que además el grupo estaba en un momento álgido, de máximo rendimiento y con el público ya entregado a la causa.
Llegó esa ‘Hueso y piel’ con la guitarra siendo dueña y señora de todo, bueno, compartiendo con la voz, que siempre resalta por su altura de tonos. Le siguió el agradecimiento de la banda al público, en especial a los que habían ido a la sala We Rock desde fuera de Madrid, que no eran demasiados pero sí desde puntos muy distintos. Y, en ese momento de comunión entre todos, llegó la balada ‘Frío’, uno de los grandes momentos del concierto. Una canción que acaba rompiendo, no acelera, pero la guitarra acabó siendo también muy importante. Pero el lucimiento total es de Cano, sin duda.
Volvía la tralla metalera con ‘Nueva vida’. A estas alturas el sonido era más que decente, por lo que se podía saborear mucho mejor todo lo que Centinela transmitían. Siguieron con ‘La herida’, uno de los clásicos del grupo, que estuvo genial, en parte por el sentimiento de la voz. Pasando por ‘Destino’, se llegó a ‘Sin control’, la canción con la que We Rock se puso patas arriba, con la guitarra recorriendo los oídos de todo el mundo. Una guitarra solitaria, pero realmente efectiva y que Fernando supo mantener todo el concierto en alza, aunque el sonido en la primera mitad del espectáculo no fuera el mejor. Eso sí, es raro ver a un grupo de este estilo con un solo guitarrista. Con dos sonaría el grupo mejor, casi seguro.
Llegamos entonces a ‘Lo mejor de mí’, un último paso por el disco que se presentaba en esa noche madrileña, una canción un poco más floja, pero el público ya andaba caliente por el rato tan bueno que el grupo había dado, así que se siguió viviendo con mucho movimiento delante del escenario.
Y más movimiento hubo cuando empezó a sonar ‘Como un huracán’, la canción con la que los manchegos pusieron fin a su actuación. Es, quizá, el himno más aclamado por los fans, y el grupo lo demostró dando todo lo que les quedaba, siempre con Cano y su gran voz al frente. Es la manera que tienen de rematar los conciertos, y les quedó fenomenal.
Las caras de los presentes eran sonrientes, señal de que habían visto un concierto de los que merece la pena. En total, habíamos asistido a más de tres horas de música en directo, tres estilos distintos, pero tres bandas con muy buena actitud que se ganaron el aplauso del público de la We Rock.