‘Her’: Amor a contrapié

Fui incapaz de articular palabra cuando terminé de ver ‘Her’. Fui incapaz porque, en primer lugar, estaba demasiado ocupado disfrutando de la preciosa conexión de la música con las emociones que genera esta película. Y fui incapaz, en segundo lugar, por culpa de la asombrosa cantidad de preguntas que rondaron por mi cabeza al ritmo de los títulos de crédito. ‘Her’ me dejó tan helado al terminar que no tardé ni un par de horas en decidir que debía volver a verla.

‘Her’ es una dulzura en cualquier aspecto. Y eso, de entrada, ya se agradece. Todo en el largometraje de Spike Jonze es delicioso a la vista y al oído. Su cuidada suavidad estética otorga a ‘Her’ de una capacidad hipnótica que suple con efectividad la falta de ritmo y tensión que adolece en varios momentos del desarrollo. Posee incontables virtudes, pero no es la intensidad una de ellas. Pese a ello, ‘Her’ es una película que, si bien no es en absoluto emocionante ni tensa, sí mantiene muy ocupado pensando al espectador. Pocas películas pueden presumir de capacidad para inspirar tantas preguntas sobre la marcha como esta.

El irónico encanto de ‘Her’ se apoya en una sólida y paradójica base: es una película completamente centrada en las relaciones humanas ambientada en una sociedad absolutamente deshumanizada. ‘Her’ es una auténtica mina para cualquier antropólogo, y una gozada de analizar para cualquier psicólogo. Es un retrato suave y tierno de una historia inverosímil y a la vez perfectamente creíble. La relación de amor que se establece entre Theodore (Joaquin Phoenix) y su sistema operativo, Samantha (Scarlett Johansson), resulta chocante en un principio por lo irreal de la situación, pero no deja de ser, sin embargo, inevitable y hasta digno de apoyar dentro del contexto social y humano en el que nos sumerge el film. Samantha se convierte muy rápidamente en la mejor y más comprensiva y cariñosa compañera de un Theodore solitario que casi goza con su propia introversión. El constantemente tenue ambiente, la variedad cromática seleccionada y una banda sonora suave y dulce (uno no puede ver ‘Her’ sin sentir que está viendo un anuncio de dos horas de Apple) dotan a la película de un regusto de soledad agradable, melancólico unas veces y lleno de esperanza otras.

Pero la bomba sentimental de ‘Her’ estalla por partida doble en un grupo selecto de espectadores: aquellos a quienes les ha tocado lidiar alguna vez con la crudeza de una relación a distancia. Lo verdaderamente maravilloso de esta película es que narra, desde un futuro improbable pero factible, situaciones cotidianas de una relación de pareja entre unos novios que no pueden existir a día de hoy: un ser humano y una computadora. La relación mostrada en el filme es radicalmente imposible (y el debate sobre si se dará o no en un futuro es bonito de tener, y lo dejo abierto) pero las conversaciones, momentos, situaciones y discusiones de la pareja son cotidianos, reales, verídicos, y en la era de relaciones humanas “artificiales” basadas en aplicaciones de mensajería instantánea que nos mantienen unidos en la distancia y distantes en la cercanía que nos toca vivir, ‘Her’ llega a parecer verosímil e incluso profética. La sensación del amante presente pero lejano e intocable que no desaparece en ningún momento de la trama ataca duramente a quienes alguna vez se han visto en la tesitura de estar lejos de su pareja. El final de la película llega a ser, para este grupo de espectadores, muy doloroso. Y esa es otra de las grandes virtudes de ‘Her’, su capacidad empática. Phoenix realiza una interpretación tierna y conmovedora, brutalmente humano entre tanta artificialidad, y mención honorífica merece por su parte el doblaje sobrecogedor de una Scarlett Johansson que consigue dotar al Sistema Operativo Samantha de una humanización casi palpable. Uno de los méritos que debemos otorgarle a la película y a sus actores es la solvencia con la que han sostenido una historia sólida y poderosa en las espaldas de tan sólo dos o tres personajes de verdadero peso en la trama, no siendo uno de ellos ni tan siquiera corpóreo.

Si tuviera que describir ‘Her’ en una sola palabra, esa sería dulzura. Porque ‘Her’ es una maravilla en todos y cada uno de sus ámbitos. Tanto como por su guión como en su aspecto interpretativo como audiovisualmente, ‘Her’ es dulzura y ternura constante. Incluso en sus momentos más crudos, la película consigue un grado de empatía con el espectador tal que uno rebusca entre sus experiencias personales la manera de consolar los varapalos emocionales que sufre Theodore. En resumidas cuentas, ‘Her’ es una maravilla vista desde cualquier ángulo. La lentitud que sufre en ocasiones es necesaria para contener el volcán de emociones que provoca en el espectador, y así conseguir que estos sentimientos sean la principal arma con la que dispara y aturde de principio a fin. Una preciosidad absoluta que no flaquea en ningún aspecto para el que fuera concebida. Fui incapaz de articular palabra cuando terminé de ver ‘Her’, por eso he tardado varios días en escribir esto, y creo que me ha quedado tan incompleto que voy a volver a darle al play otra vez.

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Nací hace ya un tiempo. Tuve un pato y lo llamé Manolo, me dan miedo las cosas grandes, lo cual no deja de ser un tanto irónico, y presenté un libro que jamás se publicó. El resto es secundario

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