Ahogarse lentamente

La urgencia frente a la importancia. La cortina de humo. La luz de gas. La excusa perfecta para una agonía programada, lenta, premeditada. Para una venganza, para eliminar a alguien incómodo, para satisfacer una envidia larvada, quizás. La muerte de la Cultura a manos de los estados, a manos de nuestro Gobierno entre otros. La caída del telón a manos de los tecnócratas, e ignorada, si acaso incluso aplaudida por un pueblo violado a base de recortes.

Hace tiempo que vengo siguiendo con dolor e inquietud el goteo de noticias sobre los asesinatos de la cultura a manos del poder. Los recortes, las humillaciones, los cierres, unos evidentes, otros más silenciosos. Hemos sufrido en casa esos recortes. Mi pareja ha trabajado siempre en Patrimonio y Fondo Antiguo, hasta que llegó la crisis y se suprimieron centenares de proyectos preciosos y necesarios. Casi todo mi círculo está relacionado en mayor o menor medida con la cultura, y casi todos lo están pasando fatal. Y no, no voy a utilizar este artículo ni esta tribuna como plataforma de una denuncia individual, sino como una denuncia en todos los frentes.

Los recortes a archivos son recortes a la memoria. Son recortes que hacen envejecer mentalmente a un país, instaura un alzheimer en su memoria colectiva, que tendrá recuerdos parciales y condicionados. Pero, ¿a quién le importa realmente? La supresión del bachillerato de Artes Escénicas, Música y Danza supone generar una instrucción cultural completamente elitista; el que pueda pagar un conservatorio o un centro privado, perfecto, el que no, a otra cosa más productiva, total, ¿es necesaria la música, la danza, el teatro? ¿o es solo un hobby, una afición a la que no debe acceder el hijo de un obrero, por dotado que esté o por mucho que le apasione? . Por no hablar de lo más evidente, o al menos, de lo que más ruido mediático hace, los recortes al cine, al teatro, a los conciertos. El escenario está completamente ahogado por la subida del IVA. En este país dominado por la rancia derechona heredera de la oligarquía franquista, solo vale que te dediques a la empresa, a la banca, tengas un MBA, y trabajes en una consultora o en la construcción … o en la política … de derechas claro. Si eres investigador, un friki, un músico, un vago, y probablemente rojo, un actor, peor aún, además promiscuo (a mí me lo han llegado a decir padres de amigos míos, hablando de amigos actores ) escritor… según qué escribas, y ya filólogo o similar, no saben ni qué es. De todos modos mira Francia, Valls en su política populista para seguir la estela de Le Pen ha reventado el sistema de prestaciones a los artistas tan maravilloso que tenían. Para la masa agraria francesa, para el agricultor que está dejándose las manos en Aquitania y le están recortando pensiones y servicios un actor es un holgazán, cuyas actuaciones encima son para la gente adinerada de Paris. En épocas de vacas gordas, las artes son un bonito jarrón para exhibir y sacar pecho, mola que aparezca el logo de la fundación de turno de tal o cual empresa en el flyer de una obra de teatro o una exposición. En épocas tan crispadas, los artistas chirrían y la derecha los echa a los pies de los caballos. El cerebro domina y las manos producen, las Artes serían el corazón que media entre ambos, y que riega de sangre el cerebro, para que piense. Un estado totalitario no tiene corazón. Nadie media en esa explotación.

Todo esto lleva a la pregunta ¿es necesaria la cultura? No es mi opinión, afirmo, es un hecho, no solo es necesaria, es totalmente imprescindible. La cultura hace seres críticos, seres inconformistas. Algo realmente temido por el poder establecido, solamente cuando ese poder es torpe, egoísta, falto de liderazgo y carácter. Todas las monarquías absolutistas de la historia, todas las dictaduras, han quemado y prohibido libros y perseguido y represaliado a escritores y pensadores críticos con sus posturas, y hoy en día, en nuestros perfectos estados occidentales se hace, de manera soterrada, sutil y paulatina, pero se lleva a cabo. La cultura da miedo, la cultura contiene el germen de la rebelión en tanto que hace pensar, simplemente eso, hace que la gente se cuestione el mundo en el que vive. Es peligrosa incluso en la medida que es refugio, que hace soportable el dolor, y a los que les duele, que les quiten su medicina, cabrea. Sin embargo, precisamente gracias a esa capacidad que otorga, es el mejor activo a largo plazo de un país, el activo más precioso de un gobierno inteligente y capaz realmente entregado al progreso de un pueblo y de una nación no a perpetuarse en la poltrona. La cultura libera, hace ciudadanos más felices. Expande la mente, lleva a la creación, que, en el fondo, es también la matriz de cualquier investigación. Forma sociedades tolerantes capaces de integrar en su propio beneficio el talento sin preguntarse por su procedencia, por su condición, sin recelar de ningún peligro porque es una sociedad fuerte, una sociedad vida. Esa es la palabra : viva.

Un cuerpo entubado en la cama de un hospital en coma profundo vive. Sí, realmente vive, vive el cuerpo, ¿realmente vive la persona? Vive, tiene sus constantes vitales estables, sus necesidades básicas cubiertas. ¿Siente, piensa, recuerda, sueña, imagina? ¿comparte sus sueños, sus reflexiones, sus temores? No, ¿es eso vida? Una sociedad culturalmente deficiente sale adelante, sí, por supuesto, produce, trabaja, se perpetua, perpetua en el poder a su casta oligárquica, pero. ¿vive? ¿crea? ¿aporta algo al desarrollo de la humanidad? No. Al igual que los seres queridos del enfermo en coma entubado quieren pensar que sí, que vive, anestesiados por el dolor y alimentados por la esperanza, gobiernos pacatos, cortos de miras e ineptos, llevados en este caso por la avaricia y el miedo, se llenarán la boca aireando los pobres avances de una actividad económica basada en lo mismo de siempre, y seguramente alimentando al dios de la urgencia monetaria, basada en la mera supervivencia, en la perpetuación como ratas en el poder.

Lo urgente frente a lo importante. Pan para hoy y hambre para mañana. No saben o no quieren saber que están relegando a un país al rincón del olvido y a su propia gestión al olvido de la historia. Y solamente se muere cuando se olvida. Solo entonces.

La imagen es de LearningLark ©

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