Luz de Agosto, Cuando los elefantes sueñan con la música, gazpacho verde y melón con jamón.
—Siéntate, ya llevo los cubiertos y los vasos.
—Entre Joaquín y Mercedes se las han arreglado para que culparan a Elvira.
—(Moviéndose con premura) La chica será simpatiquísima, pero tiene nombre de bruja. ¿Prefieres un cuenco?
—No digas tonterías, la han despedido.
—Parece ser algo terrible lo de perder el empleo. Y yo sin parar de oír que se está creando.
—Sí, a base de contratos basura, que tenemos tan asimilados que ya no importa que presidente los creara. (Echando mano al cubierto) Se contrata por debajo de la cualificación necesaria para hacer trabajos que precisan ese nivel. Ya tenemos becarias como directivas.
—Creo que en eso se basa la civilización. En eso y en el uso del jabón, pero de esto ya no estoy tan seguro.
—Les odio, por hacernos vivir de esta manera: deprisa, con hostilidad, carroñeando.
—(Sentándose a la mesa) El odio es bueno, no te traumatices.
—¿Cómo va a ser bueno si lo que me inspira es hundir sus cabezas en el barro con mis botas de acero?
—(Sirviendo agua)Tienes alterados los fluidos corporales, comandante Ripper. ¿Ha sonado ya tu teléfono rojo?
—Algunas veces creo que solo aprenderían así.
—El odio es algo sin lo cual no se puede vivir. Cuando pierdes algo que amas, que realmente te importa, funciona como una bombilla: te carga de energía hasta el punto de la ignición. Y cuando se desata, su sed de venganza solo puede ser contentada, ya que nunca conseguirá la retribución que ansía. Como el amor desde el altruismo, el odio desde el egoísmo es puro deseo.
>> Y todo lo contrario al perdón. Nuestra capacidad de perdonar atesora lo que menos nos importa. Otorgamos la clemencia a lo que nos deja indiferentes o no nos suscita el suficiente odio como para reclamar nuestro botín, usualmente sobre las entrañas de nuestras adversarias.>>
—Obviamente, no les voy a perdonar si les odio.
—Y hasta que no se te pase ese odio, nunca llegará tu perdón. Es lo que el cristianismo ha intentado ocultar durante siglos, con tan escasos resultados.
—Ya podían haber aprendido del Islam y del Judaísmo, tan proclives a enterrar a sus enemigas para después clamar por la paz.
—El odio es una reacción pre-racional, instintiva, como gusta de decir la biología para terminar invocando a la Madre Naturaleza. A mí me parece que son reacciones naturales, como el hambre de las leonas y el apetito sexual, llamado así por la cercanía del estómago y las gónadas.
—Pues entonces, echa a correr, buena pieza. Creo que el segundo plato me lo voy a comer crudo.
La imagen que acompaña a este artículo es de Chris Willis©