«Lo peor ya ha pasado». Esto es lo que comentaba mi compañera de piso anoche.
Y hoy, uno se despierta soñando con viajes, inquieto y, lo que es más sorprendente, a las 7.20 horas de la mañana. Decide que ya está bien de dormir, que es el momento de abrir la ventana que da al exterior y descubre anonadado una estampa navideña, a Rudolf, el afamado reno, rebuscando alguna tierna brizna de hierba entre la nieve.
Y a Santa Claus intentando encender un mechero para fumarse un cigarro en el banco del parque, que también se ha tenido que levantar porque se le ha mojado la cama, no por el pipí, sino por la nieve. ¡Tiene todos los cartones mojados!
Así que en Pozoblanco estoy, invitando a un cafelito calentito a Santa, que me ha contado muchas historias bonitas ya esta mañana, sobre su discurrir por el mundo, y sobre sus viajes.
P.D: Rudolf se ha quedado fuera, prefiere el parque.